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FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO - Families Blessed in Chirst

Segundo Mandamiento - Primera Parte

Segundo Mandamiento - Primera Parte

TEMA / ESQUEMA – 05-09

 

Fecha: Domingo: 08 de Marzo del 2009

Horario: De 07.00 p.m.  A 07.50 p.m.

 

Primer Bloque (12 minutos)

 

(Fernando) Bienvenidos queridos hermanos a su programa: (todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, les saludan Fernando y Mary, miembros de la Comunidad Católica: BODAS de CANA un movimiento de Apostolado Laical.

(Mary) Nuestra misión es evangelizar matrimonios e hijos como base de la familia.

Hoy seguimos firmes en nuestra conquista hacia: “El Camino a la Felicidad Eterna”. Esta noche nos acompañan nuestros hermanos: Manuel y Nilda Peña con quienes compartiremos el Cuarto Tema: Segundo Mandamiento: No tomaras el nombre de Dios en vano”. Primera Parte

(Fernando) Bienvenido al Programa Manuel    

(Mary) Bienvenida al programa Nilda

 

Nilda

Mt 5, 33-34  (leer de la Biblia)

 

Manuel

Comentario breve

 

Fernando

… pero yo les digo que no juren en modo alguno… (34)

San Ignacio de Loyola decía: “No jurar ni por Criador, ni por criatura, si no fuera con verdad, necesidad y reverencia”

 

Manuel

El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor y prohíbe jurar en falso.

¿Por qué?

 

Respuesta

Respetar el nombre del Señor, significa que no podemos usar mal su nombre, sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo por que el nombre del Señor es Santo.

Esta prohibido jurar en falso, porque esto supone invocar en una causa a Dios, que es la verdad misma, como testigo de una mentira.

 

¿Cuál seria tu actitud si oyeras hablar mal de tu padre y de tu madre?

 

Respuesta

Mi actitud seria de indignación y enfado

Hermanos se han fijado en la alegría que sentimos los padres cuando nuestros hijos por primera vez dicen “papá” y “mamá”, la primera vez que pronuncia nuestros nombres.

Pareciera que nuestros hijos nacen verdaderamente cuando empieza a hablar y que toman posesión del mundo cuando empiezan a llamar por su nombre a las cosas, aunque lo hagan tartamudeando.

No es verdad que, ya de grandes, cuando saludamos a alguien y le decimos nuestro nombre, es como si al decir nuestro nombre, le entregamos nuestra amistad y nuestra persona

Detrás del nombre está la persona, está nuestra persona.

Pues así es en el mundo de lo religioso, Dios quiere que hablemos con Él de tú a tú; quiere que le conozcas y le llames por su nombre: Dios. Dios Padre, Dios Hijo en Jesucristo, Dios Espíritu Santo.

Cuando pronunciamos ciertos nombres, no es verdad que sentimos una corriente de ternura en el corazón

Al decir “Dios” deberíamos sentir un profundo sentimiento de cariño en lo más profundo de nuestro ser. Sólo el escuchar este dulce nombre deberíamos sentir una gran paz, alegría, gozo y fuerza.

 

Nilda

En el Padrenuestro

¿Cuál es la primera petición que hacemos a Dios?

 

Respuesta

“Santificado sea tu nombre”.

Hagamos un poco de memoria: El nombre de Dios es tan “Santo” que los israelitas no se atrevían ni siquiera a pronunciarlo y usaban todo tipo de rodeos: Dios era “el Señor”, o “el todopoderoso” o “Aquel que nadie ha visto” o “El que está en los cielos” o “Aquel cuyo nombre es santo”, “El que es”. Y todo, por el respeto que sentían por Dios.

 

CIC 2143

Entre todas las palabras de la revelación hay una, singular, que es la revelación de su Nombre. Dios confía su Nombre a los que creen en El; se revela a ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la intimidad. “El nombre del Señor es santo”. Por eso el hombre no puede usar mal de él.

 

Segundo Bloque (12 minutos) Mary

 

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, estamos tratando el tema: El Segundo Mandamiento: No tomaras el nombre de Dios en vano” Primera Parte, nos acompañan  Manuel y Nilda Peña. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Un regalo de Dios para su pueblo.

 

Manuel

San Agustín decía

“El Nombre de Dios es grande allí donde se pronuncia con el respeto debido a su grandeza y a su Majestad. El nombre de Dios es santo allí donde se le nombra con veneración y temor de ofenderle”

¿Cómo es el nombre de Dios?

 

Respuesta

Santo Tomas de Aquino escribió un pequeño: titulado “El Padrenuestro comentado”.

Cuando explica la primera petición del Padrenuestro “Santificado sea tu Nombre”, nos habla de cuatro cualidades del nombre de Dios. El nombre de Dios, es admirable, es amable, es venerable y cuarto lugar el nombre de Dios es inefable.  

Voy a referirme a las dos primeras cualidades del nombre de Dios:

 

a) En Primer lugar,  el nombre de Dios es, admirable porque obra maravillas en todas las criaturas. Por eso el Señor dice en el Evangelio: “En mi Nombre arrojarán los demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en sus manos, y si bebieren un veneno no les hará daño” Mc 16, 17.

 

b) En segundo lugar, el nombre de Dios es amable. “Bajo el cielo, dice san Pedro, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos” He 4, 12. Ahora bien, la salvación debe ser amada por todos. San Ignacio de Antioquia, que amó tanto el nombre de Cristo, nos ofrece un ejemplo de este amor.

 

San Ignacio de Antioquia, que amó tanto el nombre de Cristo, nos ofrece un ejemplo de este amor. Cuando el emperador Trajano lo conminó a que negara el nombre de Cristo, respondió que le era imposible separarlo de sus labios. Y como el emperador lo amenazara con degollarlo, para arrancar así a Cristo de sus labios, Ignacio respondió: “Aunque me lo quitaras de mis labios, nunca podrás arrancarlo de mi corazón; pues llevo este nombre grabado en mi corazón, y es por eso que no puedo dejar de invocarlo”. Oyendo esto Trajano, y queriendo ver si era cierto, luego de haberle hecho cortar la cabeza, mandó que le arrancaran el corazón. Y se halló que en él estaba grabado con letras de oro, el nombre de Cristo. Porque había puesto ese nombre en su corazón, como un sello.

 

Nilda

Explícanos por favor sobre las otras cualidades del nombre de Dios:

¿Por qué es venerable y por que es inefable?

 

Respuesta

c) En tercer lugar, el nombre de Dios es venerable. Afirma el apóstol que “al nombre de Jesús se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno” Fil 2, 10.

En el cielo, por parte de los ángeles y los santos. En la tierra, por parte de los hombres que viven en el mundo; éstos lo hacen, o bien por amor a la gloria que desean alcanzar, o bien por temor a las penas del castigo. En el infierno, por parte de los condenados, que lo hacen por temor.

 

d) En cuarto lugar, el nombre de Dios es inefable, porque ninguna lengua es capaz de expresar toda su riqueza. Por esta razón a veces se intenta una aproximación por medio de las creaturas. Y así se le da a Dios el nombre de fuego, en razón de su poder purificador. Porque así como el fuego purifica los metales, Dios purifica el corazón de los pecadores. Por esto se dice en la Escritura: “Vuestro Dios es un fuego que consume” Dt 4, 24.

 

Qué les ha parecido estas cualidades que Santo Tomas de Aquino menciona de Dios

Por todo esto, debemos respetar el nombre de Dios. Pero sobre todo, debemos respetarlo porque es nuestro Padre inmensamente bueno y cariñoso que ha buscado, busca y buscará siempre nuestro bien y nuestra felicidad.

Con un Padre así: ¿Cómo le vamos a ofender?

 

Tercer Bloque (12 minutos) Fernando

 

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, para aquellos que recién nos sintonizan estamos tratando el tema: El Segundo Mandamiento: No tomaras el nombre de Dios en vano” Primera Parte, nos acompañan Manuel y Nilda Peña. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Una señal de amor en  tu hogar. Esperamos sus llamadas al teléfono de cabina: 7001616 y participa con nosotros contestando a la siguiente pregunta:

 

¿De que manera profanamos el nombre de Dios?

 

Manuel

¿Por qué Dios nos regalo este mandamiento?

Respuesta

Un hombre incrédulo quiso hacer un chiste, y dijo: “Si hay Dios, ¿por qué no escribió su nombre en el firmamento con letras gruesas, para que lo viera todo el mundo? Así no habría incrédulos”.

 
Entre los cristianos el nombre de Dios es moneda corriente. Hablan de Él incluso quienes en Él no creen. Se ha vuelto en muchas cosas una muletilla, una exclamación, una blasfemia a veces.

 “¡Dios!” - se escucha con frecuencia y de manera superficial. Y se escucha en los partidos de fútbol, entre amigos, cuando uno se golpea un dedo, en medio de un asado entre risotadas. ¡Qué poca seriedad!

Y esa es la razón por la que este segundo mandamiento se vuelve más importante para nosotros.

 

“Dios es celoso de su nombre”, y demasiadas veces ese nombre es usado vana y torpemente.

¿Les gustaría, que usaran su nombre o el de su madre, en plan de chiste, de broma pesada e incluso sin respeto?

No verdad. Si a nosotros no nos gusta, qué pensará Dios de todo lo que hemos mencionado.

 

Nilda

Hoy nos han afirmado que el nombre de Dios es santo, y que debemos utilizarlo santamente.

Sin embargo usamos mal el nombre de Dios. Hay hombres, creados a imagen y semejanza de Dios, que su nombre lo toman en vano, lo ensucian, lo desprecian, lo pisotean.

¿Por qué no utilizamos santamente el nombre de Dios?

 

Respuesta

  • Muchas veces lo usamos sin caer siquiera en la cuenta de que le estamos poniendo por testigo. Por superficialidad a veces dices: “Si Dios quiere, Dios mediante, válgame Dios, Dios te ampare, a la buena de Dios”. Y ni siquiera te das cuenta de que le estás citando y poniendo por testigo. Si lo dices con respeto y con cariño, no hay problema. Es más, demostrarías que Dios es para ti alguien siempre presente en tu vida, en tu pensar y hablar. Pero cuídate de nombrar el nombre de Dios de manera superficial y distraída.
  • Con frecuencia es usado para proteger nuestras mentiras en falsos juramentos: “Que baje Dios y lo vea, te lo juro por Dios; que Dios me castigue, si miento”.

O para satisfacer o apoyar nuestras venganzas: “En nombre de Dios haremos esta guerra”; o cuando, tras una desgracia, nos lanzamos a decir “castigo de Dios”. ¿Te acuerdas de lo que pasó con las torres gemelas en Estados Unidos? En “nombre de Dios” se provocaron esos actos terroristas.

  • Hay quienes usan el nombre de Dios para blasfemar (la blasfemia es como una chispa de aquel fuego del infierno), para reírse de los valores sagrados, para retar o escupir al cielo, como se dice que hizo el emperador Juliano, el apóstata, al querer acabar con todos los cristianos y un buen día que iba en su caballo, dispuesto a matarlos a todos, le cayó un rayo y su caballo se desbocó, muriendo él desnucado. Antes de morir, cuentan, gritó al cielo diciendo con furia: “Venciste, Galileo”. Se refería, lógicamente a Cristo, el Galileo.

 

Cuarto Bloque (12 minutos) Fernando

 

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, estamos tratando el tema: El Segundo Mandamiento: No tomaras el nombre de Dios en vano” Primera Parte, nos acompañan Manuel  y Nilda. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Mas que una Radio una bendición.

 

Manuel

A todos estos sucios y frívolos modos de usar el nombre de Dios se refiere este segundo mandamiento que: prescribe respetar el nombre del Señor y prohíbe jurar en falso.

 

Respuesta

Recordemos: No debemos usar el nombre de Dios para estos casos.

Bastaría acercarnos a la vida diaria para comprobar con cuánta facilidad se usa el nombre de Dios en vano. ¡Por favor, un poco de respeto!

Estamos celebrando la Segunda de Cuaresma y del 05 al 11 de abril celebraremos La Semana Santa y muy pronto nos bombardearan avisos como es “Vive la Semana Santa en turismo de primera clase”... ¡No puede ser! ¡Más respeto, por favor!

 

Nilda

Nuestros hermanos que blasfeman:

¿Qué tienen en su interior?

 

Respuesta

Habría que recordar las palabras de Jesús: “De la abundancia del corazón, habla la boca”

 

Burlarse de Dios, de la Virgen, de los santos, de los sacerdotes, de los religiosos, monjas. Es gravísimo, si se hace consciente y deliberadamente.

En el Antiguo Testamento se castigaba la blasfemia, con el apedreamiento; eran apedreados los que blasfemaban.

No sé si bastarían las piedras del camino hoy para poder apedrear a los blasfemos: que blasfeman y maldicen todo.

¡Cuidemos de nunca blasfemar en nuestra vida!

 

Ejemplo: Aprendamos la lección de esta niña.

Se cuenta que antes de ir a acostarse, el papá le dice a su hija:

- ¿Me quieres? Mucho, papá.

- Pues ahora, si me quieres, dame un beso.

- Papá, respondió la niña: esta noche no.

- Y esta noche, ¿por qué no? ¿No soy siempre tu padre?

- Sí: respondió la hija. Tú eres siempre mi papá, pero esta noche el beso no te lo puedo dar. Hoy has tenido siempre la boca llena de blasfemias y de palabras feas.

- El padre abrazó con singular cariño a su hija y no respondió más.

 

Manuel

Además de respetar el nombre de Dios, tienes que respetar también las cosas sagradas, por ejemplo, el altar, los cálices, las patenas, los copones y otros objetos utilizados en la iglesia y en las misas.

Tienes que respetar las personas y ministros consagrados a Dios, por ejemplo, al Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los diáconos y a los religiosos y consagrados al Señor. Se han consagrado a Dios; por tanto, son pertenencia de Dios y están para llevarte el mensaje del amor de Dios.

Finalmente, hay que respetar los lugares que han sido dedicados a Él, por ejemplo, catedrales, iglesias, cementerios.

 

 

Oración – Salmo 8 y 15.

 

(Fernando)

¡OH Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra! 

Tú que exaltaste tu majestad sobre los cielos, en boca de los niños, los que aún maman, dispones baluarte frente a tus adversarios, para acabar con enemigos y rebeldes.

        

(Mary)

Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú, ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides?

 

(Manuel)

Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas.

 

(Nilda)

¡OH Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra!

Yahvé, ¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte?

El que ando sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón, y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo.

        

(Todos)

Con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen a Yahvé; que jura en su perjuicio y no retracta, no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño de inocente. Quien obra así jamás vacilará.

(Fernando) Gracias Manuel por su participación. (Mary) Gracias Nilda por haber estado con nosotros.

Queridas Familias: Si necesitan copia del Tema, si quisieran hacernos cualquier consulta o darnos alguna sugerencia por favor llámennos al Teléfono: 275-0252 de Lunes a Viernes (Horario de Oficina de: 09.30 a.m. a 06.30 p.m.) o escribanos a nuestro correo: familiasbendecidasencristo@hotmail.com; para nosotros será un placer los atenderemos.

No se pierdan nuestro próximo programa el domingo: 22 de Marzo del 2009 de 07.00 p.m. a 08.00 p.m. en el cual estaremos tratando el Tema 06: El Segundo Mandamiento: “No tomaras el nombre de Dios en vano” – Segunda Parte.



 

Primer Mandamiento - Primera Parte

Primer Mandamiento - Primera Parte

TEMA / ESQUEMA – 03-09

 

Fecha: Domingo: 08 de Febrero del 2009

Horario: De 07.00 p.m.  A 07.50 p.m.

 

Primer Bloque (12 minutos)

(Jorge) Bienvenidos queridos hermanos a su programa: (todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, les saludan Jorge y Esperanza, miembros de la Comunidad Católica: BODAS de CANA un movimiento de Apostolado Laical.

(Esperanza) Nuestra misión es evangelizar matrimonios e hijos como base de la familia.

Hoy seguimos firmes en nuestra conquista hacia: “El Camino a la Felicidad Eterna”. Esta noche nos acompañan nuestros hermanos: Cesar y Maria Inés Fernández con quienes compartiremos el Tercer Tema: “Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas”.

(Jorge) Bienvenido al Programa Cesar   

(Esperanza) Bienvenida al programa Maria Inés

 

Maria Inés

Mt 22, 34-38 (leer de la Biblia)

 

Cesar

Este pasaje de la Biblia que acabamos de escuchar, nos presenta a un maestro experto de la ley empeñado en la búsqueda autentica de la verdad. Su pregunta resulta ociosa ante la confusión de un número exagerado de más de 600 preceptos que los expertos habían deducido de la ley; que les impedía ver con claridad lo realmente importante. Jesús aclara que lo más importante es el amor a Dios: ¡Sólo Dios basta!

 

Jorge

Cesar

Es importante que analicemos este primer mandamiento “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente” (CIC 2084-2085).

¿Qué significan estas palabras de Jesús?

 

Respuesta (CCIC 443)

Significan adorar a Dios como Señor de todo cuanto existe; rendir le culto debido individual y comunitariamente; rezarle con expresiones de alabanza, de acción de gracias y suplica; ofrecerle sacrificios, sobre todo el espiritual de nuestra vida, unido al sacrificio perfecto de Cristo; mantener las promesas y votos que se le hacen

 

¿De verdad habrá hombres que no crean en Dios?

Respuesta

 

Oración del ateo, de Juan Arias (Tercer Tema Pág. 01)

Conclusión:

Este primer mandamiento es una necesidad del hombre; necesidad de creer, esperar y amar.

 

Jorge

Maria Inés

¿Cuál es lo más íntimo de este Primer Mandamiento?

 

Respuesta

Mt 4, 10

“Adoraras al Señor tu Dios y solo a El le darás culto”

Adorar a Dios, orar a El, ofrecerle el culto que le corresponde, cumplir las promesas y los votos que se le han hecho, son todos ellos actos de la virtud de la religión que constituyen la obediencia al primer mandamiento (CIC 2135) de la siguiente manera:

  

  1. La vivencia de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad
  2. El Culto
  3. Cumplir este mandamiento, hasta el heroísmo

Segundo Bloque (12 minutos) Esperanza

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, estamos tratando el tema: El Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas, nos acompañan Cesar y Maria Inés. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Un regalo de Dios para su pueblo.

 

Maria Inés

¿Qué nos puedes decir sobre: La vivencia de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad? (CIC 2086)

 

Respuesta

El primer mandamiento abarca las tres virtudes fundamentales que llamamos teologales: fe (CIC 2087-2089, esperanza (CIC 2090-2092 y caridad (CIC 2093).

El hombre es un ser que, así como necesita comer y dormir, también necesita creer en algo o en alguien superior que responda a sus interrogantes.

A lo largo de la historia de la humanidad podemos constatarlo. No ha existido ninguna cultura en la que las divinidades no se hagan presentes: Zeus, Júpiter, Osiris, Inti. El hombre es un ser religioso por naturaleza.

El primer mandamiento no lo inventó Dios cuando le entregó las tablas a Moisés.

Está escrito en el corazón del hombre desde siempre. Dios puso esta necesidad en el hombre al crearlo a su imagen y semejanza y sabe que Él es la única respuesta. Por eso le da un mandato al hombre: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, no porque Dios necesite ser amado, sino porque el hombre necesita amar a Dios.

 

Todos nuestros días son un ejercicio de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

Creer en Dios y creer a Dios, tu Creador y Señor, Providencia amorosa. Creer con una fe firme, recia, luminosa, contagiosa, profunda y madura. Nuestra fe no debe ser débil, opaca, apagada, superficial e infantil. Con el paso de los años, además de crecer en edad y sabiduría, debemos crecer en nuestra fe.

 

Confiar en Dios, porque Él nunca nos falla, porque es nuestro Padre cariñoso y solícito, y nos concede lo que necesitamos para nuestro bien material y para nuestra alma. Confiar y esperar en Él a pesar de todo y contra toda esperanza. Dios nuestro Padre nos lleva de la mano en el camino de la vida; unas veces nos hace caminar por senderos luminosos y hermosos; otras veces, por senderos difíciles y no tan lindos (enfermedades, pruebas, golpes de la vida, etc.), pero no temas. Él va con nosotros. Lancemos a sus brazos. El timón de nuestra vida lo lleva Él.

Y sobre todo, debemos amarlo. Con un amor personal, pues tanto Él como tú y yo es una Persona. Con un amor real y operante, manifestado en obras. Dios nos pide que le amemos. No podía ser de otra manera, pues es nuestro Padre y nosotros sus hijos.

 

Esperanza

Cesar

¿Qué más podrías agregar?

 

Respuesta

Creo que muy importante considerar cómo la ley de Dios comienza con lo más hermoso: con el amor. Tal vez  otras religiones, inicien con el temor, el miedo; no lo sabemos. Nosotros, empezamos con el amor.

 

Ejem: La gente por la calle se nos acerca y nos pide una, limosna, una dirección, una recomendación, la hora... Dios se acerca a los hombres para mendigar amor.

¡Qué hermoso y conmovedor! Dios nos pide que le amemos.

¿Por qué nos pide amor?

Porque es nuestro Padre Dios, que quiere establecer y entablar con nosotros una relación hermosa de padre a hijo. Quiere hacernos felices, compartir nuestra intimidad con nosotros. Y sólo es posible esto desde el amor.

Nos pide amor porque Él nos ha amado primero. Sólo así corresponderemos a su amor.
Nos pide amor porque “obras son amores”. Cristo lo dijo: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”. Por tanto el que ama a Dios, estará ya cumpliendo todos los demás mandamientos.

Ahora bien, no se puede amar bien lo que se conoce mal.

Hay algunos que dicen amar a Dios, pero no hacen el menor esfuerzo por conocerlo y conocer su voluntad.

Queridos hermanos: Para que podamos vivir el primer mandamiento primero tenemos que conocer a Dios:

 

¿Cómo?

a) A través de la lectura asidua, amorosa, ferviente de la Biblia, especialmente del Nuevo Testamento. Ahí nos sale Dios al paso de nuestra vida y nos ilumina, nos consuela, nos fortalece, nos orienta y nos hace conocer su santa Voluntad.

La Biblia es la carta que nos ha escrito nuestro Padre Dios.

b) A través de la lectura del Catecismo de la Iglesia Católica. Aquí encontraremos el resumen de nuestra fe, explicado de manera magistral, extensa y muy positiva. No olvidemos que la fe es el mayor tesoro que tenemos, y vale más que la vida. El Catecismo ha sido el esfuerzo que ha hecho nuestra Nadre Iglesia para explicarnos extensamente lo que es nuestra fe, cómo celebrarla, cómo vivirla y cómo rezarla.

c) A través de los sacramentos, sobre todo, de la Confesión y Eucaristía. Acerquemos a ellos para conocer el Amor Misericordioso de Dios, en la Confesión al perdonarnos todas nuestras caídas y nuestro desamor; y para saborear el Pan de vida eterna en la Eucaristía, en cada Misa.

 

Se trata, pues, de tener a Dios como el mayor valor de nuestra vida.

En torno a Él debería girar nuestro día, nuestro trabajo, nuestro estudio, nuestra familia, nuestras cosas...Para ello, debemos aumentar cada día nuestra fe en Dios, nuestra esperanza en Él. Y el amor brotará de los costados de nuestra existencia. ¡Hagamos la prueba!

 

Tercer Bloque (12 minutos) Jorge

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, para aquellos que recién nos sintonizan estamos tratando el tema: El Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas”, nos acompañan Cesar  y Maria Inés. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Una señal de amor en  tu hogar. Esperamos sus llamadas al teléfono de cabina: _______________________ y participa con nosotros contestando a la siguiente pregunta:

¿Conoces a fondo tu fe católica? y ¿Dónde debes ir a profundizarla?

 

Maria Inés

¿Qué nos puedes comentar sobre: El Culto?

 

Respuesta

También el primer mandamiento abarca el culto, u homenaje interno o externo de respeto y amor que tributas a Dios, a los ángeles, a la Virgen, a los santos y a los beatos, a través de la oración o la devoción, y a través de un conjunto de ritos y celebraciones litúrgicas.

Los cristianos ofrecemos este culto desde la oración personal o comunitaria, hasta la celebración de los Sacramentos, por ejemplo, una Misa; también rezando el Santo Rosario, o yendo de peregrinación, o haciendo una adoración ante el Santísimo Sacramento del Altar; o rezando alguna novena a un santo o beato.

 

A Dios le damos el culto de adoración, pues sólo Él es Dios, Creador y Señor de todo. A María, el culto de especial veneración, por ser la Madre de Dios (Teotokos – Concilio de Efesio Año 431) y reconociendo su especial protección como nuestra Madre, pues nos alcanza de Dios las gracias que más necesitamos. Y a los santos, el culto de veneración, por todas las grandes cosas que Dios ha hecho en ellos y a través de ellos.

Es muy importante decirles lo siguiente: Cuando pedimos algo a algún santo y nos concede, por ejemplo, un milagro, una gracia especial…el santo sólo intercedió por nosotros ante Dios, pero es Dios quien nos ha concedido el favor. Por tanto, Dios es la fuente de todo don. Los santos son intercesores ante Dios de todos nosotros.

 

¡Qué bueno sería que supiéramos aprovecharnos de ellos, además de imitarlos, sobre todo en aquellas virtudes que más practicaron durante su vida terrena!

Por ejemplo, de san Francisco de Sales imitar la mansedumbre y dulzura en nuestras reacciones y actitudes; de san Francisco de Asís, el espíritu de humildad; de santa Teresa de Ávila, el amor por la oración íntima y profunda con Dios; de santa María Goretti, la pureza de nuestro corazón y nuestro cuerpo; de san Tarsicio, la delicadeza y aprecio por la Eucaristía; de santa Teresita del Niño Jesús, la sencillez; de san Ignacio de Loyola, la obediencia a la Iglesia, a nuestro papá Benedicto XVI, obispos y sacerdotes; de santa Teresa de Jesús, el amor por los ancianos; de san Camilo de Lelis, el cuidado de los enfermos; de san Juan Bosco, el amor y la formación de los jóvenes, etc.

 

Jorge

Cesar

¿Dónde está el centro del culto del cristiano?

 

Respuesta:

En la Eucaristía, y al decirles la Eucaristía les estoy hablando del admirable sacramento de la Eucaristía, donde Dios nos da a comer el Cuerpo y la Sangre de su Hijo Jesucristo, para nuestra salvación; y donde se queda con nosotros en los Sagrarios de las iglesias para ser Amigo, Confidente y Consuelo en nuestro peregrinar por esta tierra hacia el cielo.

En la Eucaristía, especialmente en la celebración de la santa Misa, damos a Dios el culto más hermoso, más satisfactorio, más meritorio, para honor del mismo Dios y para la salvación de la humanidad.

 

¿De que manera podemos cumplir hoy este mandamiento, hasta el heroísmo?

 

Respuesta:

Por cumplir este primer mandamiento, ¡Muchos hermanos nuestros han dado su vida por Cristo como mártires!

 

Un ejemplo maravilloso. Justino, gran sabio del siglo II después de Cristo, había nacido en Samaría. El año 163 es arrestado en Roma, junto con muchos de sus alumnos.

Entre el juez, llamado Rústico, y Justino se entabla el diálogo siguiente:

Justino, ¿qué doctrina enseñas?

Toda mi vida he buscado la verdad; he estudiado la sabiduría de los orientales, de los griegos y de los romanos; finalmente he descubierto la verdadera sabiduría.

¿Y cuál es esta “verdadera” sabiduría?

Es la de Jesús de Nazareth; Él nos libera de los ídolos inútiles, y nos conecta con el único Dios verdadero, Creador del universo.

¿Eres, pues, cristiano?

Sí, soy cristiano; Y también son cristianos estos amigos míos; y estamos orgullosos de serlo.

Acérquense aquí todos, para adorar a nuestros dioses; de otro modo, todos serán condenados a morir por ateos.

No somos ateos; nosotros adoramos al Dios que es Espíritu, el Padre de Jesús de Nazaret; nadie que esté bien de su cabeza, abandona al Dios verdadero para volver a dioses falsos.

El juez dio la orden:

¡Que sean todos estos torturados!

Justino y los suyos le contestaron:

Haz lo que tú quieras; nosotros somos cristianos, y tales permaneceremos de todas maneras; preferimos morir que adorar a tus falsos dioses.

Entonces el juez Rústico pronunció la sentencia:

“Justino de Samaría y sus seguidores, por no querer adorar a los dioses, ni a nuestro emperador Marco Aurelio, que sean primero azotados y luego degollados”.

Así, Justino y sus compañeros cristianos sellaron con su propia sangre su fidelidad a Cristo.

 

¿Nos hubiéramos atrevido a dar nuestra sangre por defender la fe en Dios y en Cristo?

Amar a Dios de palabra es fácil; pero amarle, estando dispuesto a dar la vida por Él, es verdadero amor.

 

Cuarto Bloque (12 minutos) Jorge

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, estamos tratando el tema: El Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas”, nos acompañan Cesar  y Maria Inés. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Mas que una Radio una bendición.

 

Maria Inés

¿Qué vivir en el Primer Mandamiento?

Respuesta

Lo que debemos vivir:

1.     Creer en Dios y dar testimonio de El

2.     Esperar confiadamente en Dios y

3.     Amar a Dios con sinceridad de corazón

 

Cesar

¿Que evitar en el Primer Mandamiento?

 

Respuesta

Debemos evitar:

1.     Los pecados contra de FE: indiferencia ante  Dios, negar a Dios, odio a Dios.

2.     Los pecados contra la Esperanza: desesperación (dudar de que Dios realmente puede salvarnos) y presunción (creer que ya estamos salvos, sin necesidad de la ayuda de Dios)

3.     Los pecados contra el Amor a Dios: ingratitud, mediocridad, sacrilegios.

 

Resumen del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC)

2133 – 2141

Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (CCIC)

442 - 446.

 

Oración – Salmo 17.

(Jorge)

Yo te amo, Señor, mi fuerza.

El Señor es mi roca, mi defensa y el que me libra; mi Dios, la peña en que me refugio y mi escudo, mi fuerza salvadora y mi fortaleza.

 

(Esperanza)

En mi angustia clame al Señor, grite a mi Dios pidiendo auxilio. El escucho mi voz desde su templo, mi grito llego hasta sus oídos.

Me libero, me dio respiro me salvo, porque me ama.

 

(Cesar)

El Señor me premia porque he sido justo, me recompensa la inocencia de mis manos, porque he seguido las sendas del Señor y jamás he traicionado a mi Dios.

Tuve siempre presente sus mandatos, nunca rechace sus preceptos

 

(Maria Inés)

A quien ama, muestras tu amor.

Señor, tu enciendes mi lámpara; Dios mió, tu alumbras mis tinieblas; contigo me enfrento a cualquier ejercito, contigo, Dios mió, asalto la muralla.

 

(Todos)

El camino de Dios es perfecto, segura la palabra del Señor; el es un escudo para los que se refugian en el.

¡Viva el Señor, bendita sea mi roca, sea glorificado Dios mi salvado!

Por eso te alabamos entre los pueblos, por eso, Señor, cantamos a tu nombre.

(Jorge) Gracias Cesar por su participación. (Esperanza) Gracias Maria Inés por haber estado con nosotros.

Queridas Familias: Si necesitan copia escrita del Tema, si quisieran hacernos alguna cualquier consulta o hacernos llegar sus sugerencias por favor llámennos al Teléfono: 275-0252 de Lunes a Viernes (Horario de Oficina de: 09.30 a.m. a 06.30 p.m.) o escribanos al correo: familiasbendecidasencristo@hotmail.com; para nosotros será un placer los atenderemos.

No se pierdan nuestro próximo programa el domingo: 22 de Febrero del 2009 de 07.00 p.m. a 08.00 p.m. en el cual estaremos tratando el Tema 02: Primer Mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios y a Él solo adorarás” – 2da. Parte.



Primer Mandamiento - Segunda Parte

Primer Mandamiento - Segunda Parte

TEMA / ESQUEMA – 04-09

 

Fecha: Domingo: 22 de Febrero del 2009

Horario: De 07.00 p.m.  A 07.50 p.m.

 

Primer Bloque (12 minutos)

 

(Jorge) Bienvenidos queridos hermanos a su programa: (todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, les saludan Jorge y Esperanza, miembros de la Comunidad Católica: BODAS de CANA un movimiento de Apostolado Laical.

(Esperanza) Nuestra misión es evangelizar matrimonios e hijos como base de la familia.

Hoy seguimos firmes en nuestra conquista hacia: “El Camino a la Felicidad Eterna”. Esta noche nos acompañan nuestro Asesor de Enseñanza el Padre Jorge Luis Siesquen Flore, con quiene compartiremos el Cuarto Tema: “Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas”. Segunda Parte

(Jorge) Bienvenido al Programa Padre Jore   

 

Jorge

Con estas palabras Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”.

Dios nos amó primero (Jn 4, 19

 

Padre

Si Dios nos amo a nosotros. Si El nos amo primero.

Nosotros debemos amarlo: sin embargo ofendemos a Dios nuestro Padre.

 

Respuesta

No hay nada que hiera este amor a Dios como: el ateismo, el agnosticismo, la idolatría, las supersticiones, la adivinación y la magia.

Voy a referirme a tres primeras.

 

(1) El ateísmo (CIC 2123-2126)

El no creer en Dios, ya sea el ateísmo teórico y programado, como fue el del comunismo; ya sea el ateísmo práctico, de quien dice creer en Dios, pero no reza, no viene a Misa, no se confiesa, y vive como si Dios no existiese.

Con frecuencia el ateísmo se funda en una concepción falsa de la autonomía humana, llevada hasta el rechazo de toda dependencia respecto a Dios (GS 20, 1). Sin embargo, ‘el reconocimiento de Dios no se opone en ningún modo a la dignidad del hombre, ya que esta dignidad se funda y se perfecciona en el mismo Dios’ (GS 21, 3).

 

(2) El agnosticismo (CIC 2127-2128)

Es la posición que limita el conocimiento a la experiencia sensitiva o empírica verificable. Rechaza la posibilidad de conocimiento sobrenatural y por lo tanto, la posibilidad de saber si Dios existe. No es lo mismo que ateísmo, que negaba la existencia de Dios. El agnosticismo dice que no se puede saber si Dios existe o no; por eso, rechaza cualquier pronunciamiento a favor o en contra de su existencia.

 

(3) La idolatría (CIC 2112-2114)

La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Mt 6, 24

Es decir, el adorar a otros ídolos: dinero, confort, sexo, poder, ambición; o pequeñas idolatrías: coche, piso, comodidades, comidas, novia, novio, estudio, trabajo.

 

La Biblia nos dice: Que en la ciudad de Babilonia un rey, llamado Nabucodonosor, mandó colocar en el medio de la plaza una estatua suya y dio la orden de que todos sus súbditos la adorasen.

Tres jóvenes judíos, fieles a su Dios, se negaron a hacer lo que el rey mandaba, porque ellos sólo adoraban al Dios verdadero. Enojado el rey, ordenó que fuesen arrojados a un horno encendido. Así lo hicieron. Cuando los soldados fueron a sacar sus cenizas, vieron que los tres jóvenes estaban sanos y salvos cantando y glorificando a Dios, que les había mandado un ángel para librarlos de las llamas.

 

Padre

¿Qué nos puedes compartir acerca de las supersticiones?

 

Respuesta
(4) Las supersticiones (CIC 2111)
Mt 23, 16-22.

Muchas de ellas no pasan de ser simples tonterías, pero tomadas en serio pueden suplantar a la religión, o, cuando menos, presentar una idea de Dios que poco tiene que ver con el Dios de la revelación. La superstición es una desviación del sentimiento religioso que suele hacer presa en las personas ignorantes o irreligiosas, desempeñando casi siempre un papel sustitutivo de la verdadera religión.

 

Hoy día, en algunas obras teatrales, canciones, espectáculos musicales y dibujos animados, se utilizan símbolos y expresiones satánicas para despertar la violencia o crear estados de euforia, ansiedad o depresión. No conviene ni escuchar, ni ver, ni asistir a este tipo de espectáculos, pues nos dañan el equilibrio interior y pueden producir desorientaciones o desviaciones en nuestro carácter y personalidad.

 

Y que podemos decir de los que creen en la lectura de cartas, de quienes hacen circular esas famosas cadenas a las que atribuyen unas bendiciones espacialísimas de Dios o de algún santo haciendo un determinado número de fotocopias que hay que enviar a los amigos, o dejar en los bancos de las iglesias, o creen en los juegos de la copa, o juegan con la guija para invocar espíritus, etc.

Todas estas supersticiones son tonterías. Que indican que nuestra fe en Dios está prendida con alfileres, que no es madura y que es superficial.

 

Segundo Bloque (12 minutos) Esperanza

 

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, estamos tratando el tema: El Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas” Segunda Parte. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Un regalo de Dios para su pueblo.

 

Padre Jorge (Mt 6, 31-33)

Hoy vemos en algunos una tendencia a creer en milagrerias y a otros que corren tras el maravillosismo.

¿Por qué se dan estas dos tendencias? (CIC 2115-2122)

 

Respuesta

Porque  todavía hay cristianos que no toman en serio la Eucaristía o la Biblia, en donde Cristo y Dios están sin duda alguna, y, sin embargo, corren detrás de cualquier tipo de supuestas y con frecuencia falsas apariciones o aparentes milagros, aunque tengan que cruzar el océano.

 

Por ejemplo, esas búsquedas de apariciones con mensajes del más allá y otras cosas por el estilo, que nada tienen que ver con la verdadera religiosidad y el amor a Dios. Cuando no se tiene fuerte la fe y la confianza en un Dios vivo, entonces hay que desenterrar y dialogar con los muertos. Pero los muertos, muertos están.

Este primer mandamiento se rompe:

  1. Con la indiferencia religiosa, viviendo como si Dios no existiera.
  2. Viviendo obsesionado por las cosas materiales y temporales, olvidando a Dios.
  3. Dudando voluntariamente de Dios o de dogmas de tu fe, por falta de fe verdadera y de  confianza en Él.
  4. Recurriendo a la adivinación y a la magia. Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo, aunque sea para procurar la salud, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios.
  5. Llevar amuletos es también reprensible.  

Padre Jorge

¿Cómo dudar de Dios, si de Él venimos y a Él vamos, si Él nos cuida y vela sobre nosotros,  y busca nuestro bien siempre?

 

Respuesta

  1. Abusando de la misericordia de Dios para cometer más pecados: “Total, Dios es tan bueno que me los perdonará”.
  2. Callando voluntariamente pecados graves en la confesión, por vergüenza. Esto sería un sacrilegio, pues tratas indignamente este sacramento para mentir al sacerdote. Ya sabes que a - Dios no le puedes engañar. Además te estás engañando a ti mismo.
  3. Comulgando conscientemente con pecados graves, mortales. A esto llamamos también sacrilegio.

Tercer Bloque (12 minutos) Jorge

 

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, para aquellos que recién nos sintonizan estamos tratando el tema: El Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas” Segunda Parte. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Una señal de amor en  tu hogar. Esperamos sus llamadas al teléfono de cabina: 7001616 y participa con nosotros contestando a la siguiente pregunta:

¿Ayúdanos a identificar los ídolos que algunos hoy adoran, en vez de adorar a Dios?

 

Padre Jorge

Así como hemos visto que hay formar de ofender a Dios nuestro Padre:

¿De que manera podemos agradar a Dios?

 

Respuesta

Tan rico es el primer mandamiento de la Ley de Dios que también abarca estos dos aspectos por los cuales podemos agradar a Dios: me refiero a la oración y al sacrificio.

 

La oración

Queridos hermanos radioyentes:

¿Ustedes rezan? ¿Saben rezar? y ¿Saben por qué debes rezar?

Les explico:

a)      Rezar debería ser el respirar de todo cristiano. Si no respiramos, ¿qué nos pasa? ¡Nos morimos!

b)      Rezar es “el impulso de corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor a Dios tanto en medio de la prueba como en la alegría”. Así lo describió santa Teresita del Niño Jesús.

La oración es, además, la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes.

¿Nos declaramos necesitados de cosas?

¿A quién mejor, que a Dios, para pedirle lo que nuestro corazón anhela?

Esto también es oración. Pero la oración es sobre todo reconocimiento de la grandeza y bondad de Dios, alabanza y honor, agradecimiento profundo por cuantos dones nos concede día a día el Señor: el don de la existencia, de la vida, de la fe, de la salud, de la creación, y de muchos más.

 

A ver hagamos un recuento de cuántas cosas tenemos por que agradecer a Dios diariamente. ¡Nos asombrarías!

A la oración debemos ir también para pedirle perdón por nuestra ingratitud y nuestra falta de cariño y de aprecio a este buen Padre Dios, por nuestras infidelidades, por nuestras mentiras y esas cosas feas, que a veces, conscientes o inconscientemente, cometemos.

 

Por esto y muchas cosas más debemos orar.

Para adorar y alabar a Dios, para agradecer, para pedirle las gracias que necesitamos y para implorarle su perdón.

a)      Debemos rezar al levantarnos, santiguándonos y rezando un padrenuestro.

b)      Deberíamos rezar antes de las comidas, cuando salimos al trabajo.

c)      Debemos rezar para encomendar nuestra familia, pero también, para dar gracias por nuestro padres.

d)      Y nos vayamos a acostarnos sin acordarnos de Dios y rezarle alguna de esas oraciones hermosas que tenemos: el padrenuestro, el avemaría, el gloria, o el credo. O alguna de esas bellas oraciones a la Virgen que talvez aprendimos cuando éramos niños de labios de nuestra madre: “Bendita sea tu pureza”, o la oración a tu ángel de la guarda.

e)       Es necesario que recemos, pues así conoceremos cada día más a Dios; y del conocimiento brotará en nuestro corazón el anhelo de amarlo. Y con la oración frecuente nos haremos amigos íntimos de Dios y ya la oración será para nosotros una necesidad interior, sin la cual no podemos vivir.

f)        Es necesario que reces, para afrontar todas las luchas y contrariedades de la vida, pues no todo será fácil, tú lo sabes. La oración te dará fuerzas y músculo espiritual para vencer el desaliento, la tristeza y la tentación.

 

Y para rezar y orar tenemos la Biblia, especialmente los Santos Evangelios. Hay que leerlos despacio, y meditarlos, sacando las lecciones que nos da Jesús, o viendo los personajes de las escenas, para ver qué nos dicen y aprenderemos de ellos.

 

También, nos servirá para rezar contemplar la naturaleza, o el crucifijo, o repasar las cosas buenas que nos suceden, incluso, llevar a la oración y dialogar con Dios acerca de los fracasos que hemos tenido y de las cosas que no nos gustan, y Dios nos iluminará y nos consolará.

 

Padre Jorge

¿Cómo debemos rezar?

 

Respuesta:

Les contare una anécdota.

Un aprendiz de oración caminaba por el desierto completamente confundido. Había frecuentado el contacto con diversos maestros y ya había pertenecido a un buen número de escuelas. Cada una defendía cosas distintas y el aprendiz ya no sabía qué era lo más importante en la oración. Decidió que lo único que le quedaba por hacer en su confusión era dirigirse a Dios.

¡Señor, ilumíname! dijo suplicante.

Unos me dijeron "No pienses en nada y repite letanías sin interrupción verás que sentirás la liberación interior".

¿Y lo hiciste? le dijo Dios.

Sí, Señor, lo hice durante meses hasta que se me secó la boca y tuve que abandonar esa escuela.

¿No encontraste ninguna otra? preguntó Dios, interesándose.

¡OH, sí, Señor, muchas más! fui a otra donde me dijeron: "Tranquilízate, haz vacío en tu interior y encontrarás a Dios", pero en el vacío sólo estaba yo mismo y como te buscaba a ti y no a mí, comencé a dudar también de esa escuela.

 

Bueno, quizás haya otras...

Sí, sí Señor, no creas que ésta fue la última. Visité muchas más; aprendí una gama enorme de posiciones para orar, y me hice experto en posiciones, pero no en oración... y así recorrí otras tantas pero aún no sé qué hacer para orar. He llegado a convencerme de que no puedo orar y vengo a decirte que ya no me lo pidas más en mi interior.

¿No te di yo boca y oídos? susurró Dios suavemente

Sí, Señor dijo el principiante, que no esperaba este interrogante. Pero dime de una vez,  Señor mío; qué es más importante ¿escuchar o hablar?

¿Cuántas bocas te di?

Una.

Y ¿oídos?

Dos.

Entonces, ya lo sabes.

 

Podemos afirmar:

¿Qué orar es hablar con Dios?

 

Respuesta

SI. Pero lo más importante en esta conversación es saber escuchar

Si queremos unirnos con Dios; escuchar su Palabra, dialoga... y vuelve a escuchar.

¡Es una maravilla la oración!

No la dejemos nunca por nada. La oración da brillo a nuestros ojos, chispa a nuestra inteligencia, ardor a nuestro corazón, fuerza a nuestra voluntad, nobleza a nuestros sentimientos, control a nuestra imaginación, purificación de nuestra memoria, cauce a nuestras pasiones, sensatez y sinceridad a nuestras palabras, claridad y peso a nuestros razonamientos. Y sobre todo, la oración nos transforma interiormente y nos hace querer lo que Dios quiere, y no querer lo que Dios no quiere.

 

Padre Jorge

¿Cómo hemos de orar?

 

Respuesta

En Bodas de Cana aprendí  que las cualidades para una buena oración son:

a)      Orar con atención,

b)      Con humildad,

c)      Con confianza y mucha perseverancia.

 

Si desde hoy las ponemos en práctica, mas adelante veremos grandes resultados:

1)      Reza con atención, sin distraerte tanto. Escoge el mejor momento del día, cuando estás más sereno y despejado.

2)      Reza con humildad, sabiendo que al humilde Dios le da sus gracias y bendiciones. No seas arrogante y exijas a Dios tus cosas, casi amenazándolo.

3)      Reza con confianza, pues es tu Padre Dios, que te quiere y te conoce.

4)      Reza con perseverancia, todos los días, sin desistir. Dios no está obligado a darte hoy lo que le pides hoy. Insiste y lograrás que Dios te escuche.

 

Cuarto Bloque (12 minutos) Jorge

 

Continuamos con nuestro programa: (Todos) FAMILIAS BENDECIDAS EN CRISTO, estamos tratando el tema: El Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas” Segunda Parte. Trasmitimos desde las ondas de Radio Maria Perú: Mas que una Radio una bendición.

 

Padre Jorge

Otras de las formas de agradar a Dios es mediante el sacrificio

¿En que consiste el sacrificio?

 

Respuesta

Es algo que también le agrada mucho a Dios, si se lo ofreces con amor, además de la oración.

Esta palabra no es bien entendida hoy día. Es más, se quiere suprimir del vocabulario. Ante tanto bombardeo del consumismo y hedonismo, que nos invitan al disfrute sin límite, la palabra sacrificio parecería un atentado a nuestra felicidad y placer.

 

Sin embargo, el sacrificio es una realidad bella en sí misma. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 2099) nos dice que el sacrificio es toda obra que se hace con el fin de unirnos a Dios en santa compañía y ser verdaderamente felices.

 

Hay sacrificios exteriores e interiores. (CIC 2100)

Les daré unos ejemplos y ustedes mismos disciernen qué sacrificios son exteriores y cuáles interiores o espirituales.

 

El sacrificio de levantarte temprano para llegar puntual a tu trabajo; el sacrificio de estudiar; el sacrificio de no quejarte cuando algo te fastidia y molesta; el sacrificio de comer la comida que te preparó tu madre y que no te gusta; el sacrificio de visitar a alguien que te hizo algún mal; el sacrificio de controlarte en la bebida o en el tabaco; el sacrificio de ofrecer tu enfermedad con paciencia; el sacrificio de obedecer a tus papás, a tus maestros, a las autoridades; el sacrificio de controlarte en el juego para no decir palabrotas y dominarte.

Así como éstos, hay miles de sacrificios que podemos ofrecer a Dios en señal de adoración y gratitud, de súplica y de comunión con Él.

a)      Preguntemos a nuestra madre cuántos sacrificios tuvo que hacer cuando éramos pequeños, al desvivirse por nosotros, cuidarnos día y noche.

b)      Pregúntale a tu padre, cuánto sacrificio le costo llevar adelante económicamente tu familia. Y  quizás tú, ni cuenta te has dado.

 

Padre Jorge

Alguien dijo: Que el sacrificio es moneda para comprar tantas y tantas bendiciones de Dios.

El sacrificio cuesta

 

Respuesta
Queridos radioyentes todo sacrificio cuesta a nuestra naturaleza humana, que tiende a lo fácil, a lo placentero, a quitar cuanto cuesta. Y porque cuesta, tiene su mérito. Los grandes santos hicieron en vida muchos sacrificios por amor a Dios, y todo esto les engrandeció, les hizo agradables a Dios y Dios les bendijo con muchos favores y gracias.

No tengamos miedo al sacrificio. Contemplemos a Cristo que en cada misa ofrece el sacrificio de sí mismo por nosotros y por la humanidad para darnos la salvación y para dar gloria a su Padre Dios. Recuerda que durante su vida, cuántos sacrificios tuvo que ofrecer: nacer en una cueva de animales, ser ignorado en su pueblo, pasar treinta largos años escondido en Nazaret, soportar las críticas que le decían algunos fariseos. Cuando sufrió en la pasión: golpes, azotes, corona de espinas, bofetadas, escupitajos, clavado en una cruz.

Todo este sufrimiento, Cristo lo ofreció a su Padre por nosotros, por nuestros pecados, para que encontremos: “El Camino a la Felicidad Eterna”, para ser felices y para enseñarnos a ofrecer nuestro sufrimiento.

 

Conclusión

Los invitamos a tomar conciencia de este primer mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”.

¡Qué hermoso poder amar a Dios, corresponder a tanto amor que Él nos tiene!

Y también, ¡Qué hermoso es sufrir por amor a Dios!

El sacrificio tiene valor delante de Dios por el amor. El sacrificio como puro sacrificio no vale nada:

a)      Los condenados sufren - ¿Qué se ganan?

b)      Los mundanos sufren - ¿De qué les sirve?

 

Cuando Dios nos manda una prueba de esas dolorosas, su gracia hace que se nos abran los ojos, que podamos comprendan las cosas divinas, que emprendamos un nuevo camino, ciertamente; pero el amor es el que hace bello el sacrificio: el sacrificio, como tal, no es una cosa ni hermosa ni fecunda; el amor es el que lo hace hermoso y el que lo fecunda.

Para que nuestras almas puedan con sus sacrificios hacer bien a los demás, necesitan amar. “El Amor con Amor se paga”.

 

Oración – Salmo 86

(Jorge)

Tiende tu oído, Yahvé, respóndeme, que soy desventurado y pobre, guarda mi alma, porque yo te amo, salva a tu siervo que confía en ti. Tú eres mi Dios, tenme piedad, Señor, pues a ti clamo todo el día; recrea el alma de tu siervo, cuando hacia ti, Señor, levanto mi alma.

(Esperanza)

Pues tú eres, Señor, bueno, indulgente, rico en amor para todos los que te invocan;

Yahvé, presta oído a mi plegaria, atiende a la voz de mis súplicas.

En el día de mi angustia yo te invoco, pues tú me has de responder; entre los dioses, ninguno como tú, Señor, ni obras como las tuyas.

(Padre)

Vendrán todas las naciones a postrarse ante ti, y a dar, Señor, gloria a tu nombre; pues tú eres grande y obras maravillas, tú, Dios, y sólo tú.

Enséñame tus caminos Yahvé, para que yo camine en tu verdad, concentra mi corazón en el temor de tu nombre.

(Jorge)

Gracias te doy de todo corazón, Señor Dios mío, daré gloria a tu nombre por siempre,

pues grande es tu amor para conmigo, tú has librado mi alma del fondo del seol.

Oh Dios, los orgullosos se han alzado contra mí, una turba de violentos anda buscando mi alma, y no te tienen a ti delante de sus ojos.

(Todos)

Mas tú, Señor, Dios clemente y compasivo, tardo a la cólera, lleno de amor y de verdad, ¡vuélvete a mí, tenme compasión! Da tu fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu sierva.

Haz conmigo un signo de bondad: Que los que me odian vean, avergonzados,          que tú, Yahvé, me ayudas y consuelas.

(Esperanza) Gracias Padre Jorge por haber participado con nosotros.

Queridas Familias: Si necesitan copia escrita del Tema, si quisieran hacernos alguna cualquier consulta o hacernos llegar sus sugerencias por favor llámennos al Teléfono: 275-0252 de Lunes a Viernes (Horario de Oficina de: 09.30 a.m. a 06.30 p.m.) o escribanos al correo: familiasbendecidasencristo@hotmail.com; para nosotros será un placer los atenderemos.

No se pierdan nuestro próximo programa el domingo: 08 de Febrero del 2009 de 07.00 p.m. a 08.00 p.m. en el cual estaremos tratando el Tema 05: Segundo Mandamiento: “No tomaras el nombre de Dios en vano” – Primera Parte.



 

Decimo Mandamiento

Decimo Mandamiento

CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA

SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Artículo 10

EL DÉCIMO MANDAMIENTO

No codiciarás... nada que sea de tu prójimo (Ex 20, 17).

No desearás... su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo (Dt 5, 21).

Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón (Mt 6, 21).

 

2534 El décimo mandamiento desdobla y completa el noveno, que versa sobre la concupiscencia de la carne. Prohíbe la codicia del bien ajeno, raíz del robo, de la rapiña y del fraude, prohibidos por el séptimo mandamiento. La ‘concupiscencia de los ojos’ (cf 1 Jn 2, 16) lleva a la violencia y la injusticia prohibidas por el quinto precepto (cf Mi 2, 2). La codicia tiene su origen, como la fornicación, en la idolatría condenada en las tres primeras prescripciones de la ley (cf Sb 14, 12). El décimo mandamiento se refiere a la intención del corazón; resume, con el noveno, todos los preceptos de la Ley.

El desorden de la concupiscencia

2535 El apetito sensible nos impulsa a desear las cosas agradables que no poseemos. Así, desear comer cuando se tiene hambre, o calentarse cuando se tiene frío. Estos deseos son buenos en sí mismos; pero con frecuencia no guardan la medida de la razón y nos empujan a codiciar injustamente lo que no es nuestro y pertenece, o es debido a otra persona.

2536 El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales:

Cuando la Ley nos dice: ‘No codiciarás’, nos dice, en otros términos, que apartemos nuestros deseos de todo lo que no nos pertenece. Porque la sed del bien del prójimo es inmensa, infinita y jamás saciada, como está escrito: ‘El ojo del avaro no se satisface con su suerte’ (Si 5, 9) (Catec. R. 3, 37).

2537 No se quebranta este mandamiento deseando obtener cosas que pertenecen al prójimo siempre que sea por medios justos. La catequesis tradicional señala con realismo ‘quiénes son los que más deben luchar contra sus codicias pecaminosas’ y a los que, por tanto, es preciso ‘exhortar más a observar este precepto’:

Los comerciantes, que desean la escasez o la carestía de las mercancías, que ven con tristeza que no son los únicos en comprar y vender, pues de lo contrario podrían vender más caro y comprar a precio más bajo; los que desean que sus semejantes estén en la miseria para lucrarse vendiéndoles o comprándoles... Los médicos, que desean tener enfermos; los abogados que anhelan causas y procesos importantes y numerosos... (Catec. R. 3, 37).

2538 El décimo mandamiento exige que se destierre del corazón humano la envidia. Cuando el profeta Natán quiso estimular el arrepentimiento del rey David, le contó la historia del pobre que sólo poseía una oveja, a la que trataba como una hija, y del rico que, a pesar de sus numerosos rebaños, envidiaba al primero y acabó por robarle la oveja (cf 2 S 12, 1-4). La envidia puede conducir a las peores fechorías (cf Gn 4, 3-7; 1 R 21, 1-29). La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo (cf Sb 2, 24).

Luchamos entre nosotros, y es la envidia la que nos arma unos contra otros... Si todos se afanan así por perturbar el Cuerpo de Cristo, ¿a dónde llegaremos? Estamos debilitando el Cuerpo de Cristo... Nos declaramos miembros de un mismo organismo y nos devoramos como lo harían las fieras. (S. Juan Crisóstomo, hom. in 2 Cor. 28, 3-4).

2539 La envidia es un pecado capital. Manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida. Cuando desea al prójimo un mal grave es un pecado mortal:

San Agustín veía en la envidia el ‘pecado diabólico por excelencia’ (ctech. 4,8). ‘De la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por su prosperidad’ (S. Gregorio Magno, mor. 31, 45).

2540 La envidia representa una de las formas de la tristeza y, por tanto, un rechazo de la caridad; el bautizado debe luchar contra ella mediante la benevolencia. La envidia procede con frecuencia del orgullo; el bautizado ha de esforzarse por vivir en la humildad:

¿Querríais ver a Dios glorificado por vosotros? Pues bien, alegraos del progreso de vuestro hermano y con ello Dios será glorificado por vosotros. Dios será alabado -se dirá - porque su siervo ha sabido vencer la envidia poniendo su alegría en los méritos de otros (S. Juan Crisóstomo, hom. in Rom. 7, 3). 

II Los deseos del Espíritu

2541 La economía de la Ley y de la Gracia aparta el corazón de los hombres de la codicia y de la envidia: lo inicia en el deseo del Supremo Bien; lo instruye en los deseos del Espíritu Santo, que sacia el corazón del hombre.

El Dios de las promesas puso desde el comienzo al hombre en guardia contra la seducción de lo que, desde entonces, aparece como ‘bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría’ (Gn 3, 6).

2542 “La Ley confiada a Israel nunca fue suficiente para justificar a los que le estaban sometidos; incluso vino a ser instrumento de la ‘concupiscencia’ (cf Rm 7, 7). La inadecuación entre el querer y el hacer (cf Rm 7, 10) manifiesta el conflicto entre la ‘ley de Dios’, que es la ‘ley de la razón’, y la otra ley que ‘me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros’ (Rm 7, 23).

2543 ‘Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen’ (Rm 3, 21-22.]. Por eso, los fieles de Cristo ‘han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias’ (Ga 5, 24); ‘son guiados por el Espíritu’ (Rm 8, 14) y siguen los deseos del Espíritu (cf Rm 8, 27).

III La pobreza de corazón

2544 Jesús exhorta a sus discípulos a preferirle a El respecto a todo y a todos y les propone ‘renunciar a todos sus bienes’ (Lc 14, 33) por El y por el Evangelio (cf Mc 8, 35). Poco antes de su pasión les mostró como ejemplo la pobre viuda de Jerusalén que, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir (cf Lc 21, 4). El precepto del desprendimiento de las riquezas es obligatorio para entrar en el Reino de los cielos.

2545 ‘Todos los cristianos... han de intentar orientar rectamente sus deseos para que el uso de las cosas de este mundo y el apego a las riquezas no les impidan, en contra del espíritu de pobreza evangélica, buscar el amor perfecto’ (LG 42).

2546 ‘Bienaventurados los pobres en el espíritu’ (Mt 5, 3). Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús celebra la alegría de los pobres, a quienes pertenece ya el Reino (Lc 6, 20)

 El Verbo llama ‘pobreza en el Espíritu’ a la humildad voluntaria de un espíritu humano y su renuncia; el apóstol nos da como ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: ‘Se hizo pobre por nosotros’ (2 Co 8, 9) (S. Gregorio de Nisa, beat, 1).

2547 El Señor se lamenta de los ricos porque encuentran su consuelo en la abundancia de bienes (cf Lc 6, 24). ‘El orgulloso busca el poder terreno, mientras el pobre en espíritu busca el Reino de los cielos’ (S. Agustín, serm. Dom. 1, 3). El abandono en la providencia del Padre del cielo libera de la inquietud por el mañana (cf Mt 6, 25-34). La confianza en Dios dispone a la bienaventuranza de los pobres: ellos verán a Dios.

IV ‘Quiero ver a Dios’

2548 El deseo de la felicidad verdadera aparta al hombre del apego desordenado a los bienes de este mundo, y tendrá su plenitud en la visión y la bienaventuranza de Dios. ‘La promesa de ver a Dios supera toda felicidad. En la Escritura, ver es poseer. El que ve a Dios obtiene todos los bienes que se pueden concebir’ (S. Gregorio de Nisa, beat. 6).

2549 Corresponde, por tanto, al pueblo santo luchar, con la gracia de lo alto, para obtener los bienes que Dios promete. Para poseer y contemplar a Dios, los fieles cristianos mortifican sus concupiscencias y, con la ayuda de Dios, vencen las seducciones del placer y del poder.

2550 En este camino hacia la perfección, el Espíritu y la Esposa llaman a quien les escucha (cf Ap 22, 17) a la comunión perfecta con Dios:

Allí se dará la gloria verdadera; nadie será alabado allí por error o por adulación; los verdaderos honores no serán ni negados a quienes los merecen ni concedidos a los indignos; por otra parte, allí nadie indigno pretenderá honores, pues allí sólo serán admitidos los dignos. Allí reinará la verdadera paz, donde nadie experimentará oposición ni de sí mismo ni de otros. La recompensa de la virtud será Dios mismo, que ha dado la virtud y se prometió a ella como la recompensa mejor y más grande que puede existir: "Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo" (Lv 26, 12)...Este es también el sentido de las palabras del apóstol: "para que Dios sea todo en todos" (1 Co 15, 28). El será el fin de nuestros deseos, a quien contemplaremos sin fin, amaremos sin saciedad, alabaremos sin cansancio. Y este don, este amor, esta ocupación serán ciertamente, como la vida eterna, comunes a todos (S. Agustín, civ. 22,30).

RESUMEN

2551 "Donde está tu tesoro allí estará tu corazón" (Mt 6,21).

2552 El décimo mandamiento prohíbe el deseo desordenado, nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y del poder.

2553 La envidia es la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de apropiárselo. Es un pecado capital.

2554 El bautizado combate la envidia mediante la caridad, la humildad y el abandono en la providencia de Dios.

2555 Los fieles cristianos "han crucificado la carne con sus pasiones y sus concupiscencias" (Gal 5,24); son guiados por el Espíritu y siguen sus deseos.

2556 El desprendimiento de las riquezas es necesario para entrar en el Reino de los cielos. "Bienaventurados los pobres de corazón".

2557 El hombre que anhela dice: "Quiero ver a Dios". La sed de Dios es saciada por el agua de la vida (cf Jn 4,14).

 

 

 

Noveno Mandamiento

Noveno Mandamiento

CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA

SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Artículo 9

EL NOVENO MANDAMIENTO

No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo (Ex 20, 17).

El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5, 28).

2514 San Juan distingue tres especies de codicia o concupiscencia: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (cf 1 Jn 2, 16). Siguiendo la tradición catequética católica, el noveno mandamiento prohíbe la concupiscencia de la carne; el décimo prohíbe la codicia del bien ajeno.

2515 En sentido etimológico, la ‘concupiscencia’ puede designar toda forma vehemente de deseo humano. La teología cristiana le ha dado el sentido particular de un movimiento del apetito sensible que contraría la obra de la razón humana. El apóstol san Pablo la identifica con la lucha que la ‘carne’ sostiene contra el ‘espíritu’ (cf Gal 5, 16.17.24; Ef 2, 3). Procede de la desobediencia del primer pecado (Gn 3, 11). Desordena las facultades morales del hombre y, sin ser una falta en sí misma, le inclina a cometer pecados (cf Cc Trento: DS 1515).

2516 En el hombre, porque es un ser compuesto de espíritu y cuerpo, existe cierta tensión, y se desarrolla una lucha de tendencias entre el ‘espíritu’ y la ‘carne’. Pero, en realidad, esta lucha pertenece a la herencia del pecado. Es una consecuencia de él, y, al mismo tiempo, confirma su existencia. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual:

Para el apóstol no se trata de discriminar o condenar el cuerpo, que con el alma espiritual constituye la naturaleza del hombre y su subjetividad personal, sino que trata de las obras -mejor dicho, de las disposiciones estables -, virtudes y vicios, moralmente buenas o malas, que son fruto de sumisión (en el primer caso) o bien de resistencia (en el segundo caso) a la acción salvífica del Espíritu Santo. Por ello el apóstol escribe: ‘si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu’ (Ga 5, 25) (Juan Pablo II, DeV 55).

La purificación del corazón

2517 El corazón es la sede de la personalidad moral: ‘de dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones’ (Mt 15, 19). La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón:

Mantente en la simplicidad, la inocencia y serás como los niños pequeños que ignoran el mal destructor de la vida de los hombres (Hermas, mand. 2, 1).

2518 La sexta bienaventuranza proclama: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8). Los "corazones limpios" designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad (cf 1 Tm 4, 3-9; 2 Tm 2 ,22), la castidad o rectitud sexual (cf 1 Ts 4, 7; Col 3, 5; Ef 4, 19), el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe (cf Tt 1, 15; 1 Tm 3-4; 2 Tm 2, 23-26). Existe un vínculo entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe:

Los fieles deben creer los artículos del Símbolo ‘para que, creyendo, obedezcan a Dios; obedeciéndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su corazón; y purificando su corazón, comprendan lo que creen’ (S. Agustín, fid. et symb. 10, 25).

2519 A los ‘limpios de corazón’ se les promete que verán a Dios cara a cara y que serán semejantes a El (cf 1 Co 13, 12, 1 Jn 3, 2). La pureza de corazón es el preámbulo de la visión. Ya desde ahora esta pureza nos concede ver según Dios, recibir al otro como un ‘prójimo’; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina.

II El combate por la pureza

2520 El Bautismo confiere al que lo recibe la gracia de la purificación de todos los pecados. Pero el bautizado debe seguir luchando contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados. Con la gracia de Dios lo consigue

– mediante la virtud y el don de la castidad, pues la castidad permite amar con un corazón recto e indiviso;

– mediante la pureza de intención, que consiste en buscar el fin verdadero del hombre: con una mirada limpia el bautizado se afana por encontrar y realizar en todo la voluntad de Dios (cf Rm 12, 2; Col 1, 10);

– mediante la pureza de la mirada exterior e interior; mediante la disciplina de los sentidos y la imaginación; mediante el rechazo de toda complacencia en los pensamientos impuros que inclinan a apartarse del camino de los mandamientos divinos: ‘la vista despierta la pasión de los insensatos’ (Sb 15, 5);

– mediante la oración:

Creía que la continencia dependía de mis propias fuerzas, las cuales no sentía en mí; siendo tan necio que no entendía lo que estaba escrito: que nadie puede ser continente, si tú no se lo das. Y cierto que tú me lo dieras, si con interior gemido llamase a tus oídos, y con fe sólida arrojase en ti mi cuidado (S. Agustín, conf. 6, 11, 20).

2521 La pureza exige el pudor. Este es parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas.

2522 El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre sí. El pudor es modestia; inspira la elección de la vestimenta. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción.

2523 Existe un pudor de los sentimientos como también un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de comunicación a hacer pública toda confidencia íntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes.

2524 Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia al hombre. Nace con el despertar de la conciencia personal. Educar en el pudor a niños y adolescentes es despertar en ellos el respeto de la persona humana.

2525 La pureza cristiana exige una purificación del clima social. Obliga a los medios de comunicación social a una información cuidadosa del respeto y de la discreción. La pureza de corazón libera del erotismo difuso y aparta de los espectáculos que favorecen el exhibicionismo y los sueños indecorosos.

2526 Lo que se llama permisividad de las costumbres se basa en una concepción errónea de la libertad humana; para llegar a su madurez, ésta necesita dejarse educar previamente por la ley moral. Conviene pedir a los responsables de la educación que impartan a la juventud una enseñanza respetuosa de la verdad, de las cualidades del corazón y de la dignidad moral y espiritual del hombre.

2527 ‘La buena nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura del hombre caído; combate y elimina los errores y males que brotan de la seducción, siempre amenazadora, del pecado. Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades espirituales de cada pueblo o edad’ (GS 58, 4).

 

RESUMEN

2528 ‘Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón’ (Mt 5, 28).

2529 El noveno mandamiento pone en guardia contra el desorden o concupiscencia de la carne.

2530 La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón y por la práctica de la templanza

2531 La pureza del corazón nos alcanzará el ver a Dios: nos da desde ahora la capacidad de ver según Dios todas las cosas.

2532 La purificación del corazón es imposible sin la oración, la práctica de la castidad y la pureza de intención y de mirada.

2533 La pureza del corazón requiere el pudor, que es paciencia, modestia y discreción. El pudor preserva la intimidad de la persona.

Octavo Mandamiento

Octavo Mandamiento

CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA

SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Artículo 8

EL OCTAVO MANDAMIENTO

No darás testimonio falso contra tu prójimo (Ex 20, 16).

Se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos (Mt 5, 33).

2464 El octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo. Este precepto moral deriva de la vocación del pueblo santo a ser testigo de su Dios, que es y que quiere la verdad. Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral: son infidelidades básicas frente a Dios y, en este sentido, socavan las bases de la Alianza.

I Vivir en la verdad

2465 El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad (cf Pr 8, 7; 2 S 7, 28). Su ley es verdad (cf Sal 119, 142). ‘Tu verdad, de edad en edad’ (Sal 119, 90; Lc 1, 50). Puesto que Dios es el ‘Veraz’ (Rm 3, 4), los miembros de su pueblo son llamados a vivir en la verdad (cf Sal 119, 30).

2466 En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. ‘Lleno de gracia y de verdad’ (Jn 1, 14), él es la ‘luz del mundo’ (Jn 8, 12), la Verdad (cf Jn 14, 6). El que cree en él, no permanece en las tinieblas (cf Jn 12, 46). El discípulo de Jesús, ‘permanece en su palabra’, para conocer ‘la verdad que hace libre’ (cf Jn 8, 31-32) y que santifica (cf Jn 17, 17). Seguir a Jesús es vivir del ‘Espíritu de verdad’ (Jn 14, 17) que el Padre envía en su nombre (cf Jn 14, 26) y que conduce ‘a la verdad completa’ (Jn 16, 13). Jesús enseña a sus discípulos el amor incondicional de la verdad: ‘Sea vuestro lenguaje: «sí, sí»; «no, no»’ (Mt 5, 37).

2467 El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: ‘Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas..., se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias’ (DH 2).

2468 La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.

2469 ‘Los hombres no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad’ (S. Tomás de Aquino, s. th. 2-2, 109, 3 ad 1). La virtud de la veracidad da justamente al prójimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado: implica la honradez y la discreción. En justicia, ‘un hombre debe honestamente a otro la manifestación de la verdad’ (S. Tomás de Aquino, s. th. 2-2, 109, 3).

2470 El discípulo de Cristo acepta ‘vivir en la verdad’, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. ‘Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad’ (1 Jn 1, 6).

II  ‘Dar testimonio de la verdad’

2471 Ante Pilato, Cristo proclama que había ‘venido al mundo: para dar testimonio de la verdad’ (Jn 18, 37). El cristiano no debe ‘avergonzarse de dar testimonio del Señor’ (2 Tm 1, 8). En las situaciones que exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambigüedad, a ejemplo de san Pablo ante sus jueces. Debe guardar una ‘conciencia limpia ante Dios y ante los hombres’ (Hch 24, 16).

2472 El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad (cf Mt 18, 16):

Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación (AG 11).

2473 El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. ‘Dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me será dado llegar a Dios’ (S. Ignacio de Antioquía, Rom 4, 1).

2474 Con el más exquisito cuidado, la Iglesia ha recogido los recuerdos de quienes llegaron hasta el extremo para dar testimonio de su fe. Son las actas de los Mártires, que constituyen los archivos de la Verdad escritos con letras de sangre:

No me servirá nada de los atractivos del mundo ni de los reinos de este siglo. Es mejor para mí morir (para unirme) a Cristo Jesús que reinar hasta los confines de la tierra. Es a El a quien busco, a quien murió por nosotros. A El quiero, al que resucitó por nosotros. Mi nacimiento se acerca... [S. Ignacio de Antioquía, Rom. 6, 1-2).

Te bendigo por haberme juzgado digno de este día y esta hora, digno de ser contado en el número de tus mártires... Has cumplido tu promesa, Dios de la fidelidad y de la verdad. Por esta gracia y por todo te alabo, te bendigo, te glorifico por el eterno y celestial Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu Hijo amado. Por El, que está contigo y con el Espíritu, te sea dada gloria ahora y en los siglos venideros. Amén. (S. Policarpo, mart. 14, 2-3).

III Las ofensas a la verdad

2475 Los discípulos de Cristo se han ‘revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad’ (Ef 4, 24). ‘Desechando la mentira’ (Ef 4, 25), deben ‘rechazar toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias’ (1 Pe 2, 1).

2476 Falso testimonio y perjurio. Una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente. Ante un tribunal viene a ser un falso testimonio (cf Pr 19, 9). Cuando es pronunciada bajo juramento se trata de perjurio. Estas maneras de obrar contribuyen a condenar a un inocente, a disculpar a un culpable o a aumentar la sanción en que ha incurrido el acusado (cf Pr 18, 5); comprometen gravemente el ejercicio de la justicia y la equidad de la sentencia pronunciada por los jueces.

2477 El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (cf CIC can. 220). Se hace culpable:

– de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo;

– de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran;

– de calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos.

2478 Para evitar el juicio temerario, cada uno debe interpretar, en cuanto sea posible, en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su prójimo:

Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve (S. Ignacio de Loyola, ex. spir. 22).

2479 La maledicencia y la calumnia destruyen la reputación y el honor del prójimo. Ahora bien, el honor es el testimonio social dado a la dignidad humana y cada uno posee un derecho natural al honor de su nombre, a su reputación y a su respeto. Así, la maledicencia y la calumnia lesionan las virtudes de la justicia y de la caridad.

2480 Debe proscribirse toda palabra o actitud que, por halago, adulación o complacencia, alienta y confirma a otro en la malicia de sus actos y en la perversidad de su conducta. La adulación es una falta grave si se hace cómplice de vicios o pecados graves. El deseo de prestar un servicio o la amistad no justifica una doblez del lenguaje. La adulación es un pecado venial cuando sólo desea hacerse grato, evitar un mal, remediar una necesidad u obtener ventajas legítimas.

2481 “La vanagloria o jactancia constituye una falta contra la verdad. Lo mismo sucede con la ironía que trata de ridiculizar a uno caricaturizando de manera malévola tal o cual aspecto de su comportamiento.

2482 ‘La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar’ (S. Agustín, mend. 4, 5). El Señor denuncia en la mentira una obra diabólica: ‘Vuestro padre es el diablo... porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira’ (Jn 8, 44).

2483 La mentira es la ofensa más directa contra la verdad. Mentir es hablar u obrar contra la verdad para inducir a error al que tiene el derecho de conocerla. Lesionando la relación del hombre con la verdad y con el prójimo, la mentira ofende el vínculo fundamental del hombre y de su palabra con el Señor.

2484 La gravedad de la mentira se mide según la naturaleza de la verdad que deforma, según las circunstancias, las intenciones del que la comete, y los daños padecidos por los que resultan perjudicados. Si la mentira en sí sólo constituye un pecado venial, sin embargo llega a ser mortal cuando lesiona gravemente las virtudes de la justicia y la caridad.

2485 La mentira es condenable por su misma naturaleza. Es una profanación de la palabra cuyo objeto es comunicar a otros la verdad conocida. La intención deliberada de inducir al prójimo a error mediante palabras contrarias a la verdad constituye una falta contra la justicia y la caridad. La culpabilidad es mayor cuando la intención de engañar corre el riesgo de tener consecuencias funestas para los que son desviados de la verdad.

2486 La mentira, por ser una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás. Atenta contra ellos en su capacidad de conocer, que es la condición de todo juicio y de toda decisión. Contiene en germen la división de los espíritus y todos los males que ésta suscita. La mentira es funesta para toda sociedad: socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales.

2487 Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación, aunque su autor haya sido perdonado. Cuando es imposible reparar un daño públicamente, es preciso hacerlo en secreto; si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparación se refiere también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia

IV El respeto de la verdad

2488 El derecho a la comunicación de la verdad no es incondicional. Todos deben conformar su vida al precepto evangélico del amor fraterno. Este exige, en las situaciones concretas, estimar si conviene o no revelar la verdad a quien la pide.

2489 La caridad y el respeto de la verdad deben dictar la respuesta a toda petición de información o de comunicación. El bien y la seguridad del prójimo, el respeto de la vida privada, el bien común, son razones suficientes para callar lo que no debe ser conocido, o para usar un lenguaje discreto. El deber de evitar el escándalo obliga con frecuencia a una estricta discreción. Nadie está obligado a revelar una verdad a quien no tiene derecho a conocerla (cf Si 27, 16; Pr 25, 9-10).

2490 El secreto del sacramento de la Reconciliación es sagrado y no puede ser revelado bajo ningún pretexto. ‘El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo’ (CIC can. 983, 1),

2491 Los secretos profesionales -que obligan, por ejemplo, a políticos, militares, médicos, juristas - o las confidencias hechas bajo secreto deben ser guardados, salvo los casos excepcionales en los que el no revelarlos podría causar al que los ha confiado, al que los ha recibido o a un tercero daños muy graves y evitables únicamente mediante la divulgación de la verdad. Las informaciones privadas perjudiciales al prójimo, aunque no hayan sido confiadas bajo secreto, no deben ser divulgadas sin una razón grave y proporcionada.”

2492 Se debe guardar la justa reserva respecto a la vida privada de la gente. Los responsables de la comunicación deben mantener un justo equilibrio entre las exigencias del bien común y el respeto de los derechos particulares. La ingerencia de la información en la vida privada de personas comprometidas en una actividad política o pública, es condenable en la medida en que atenta contra su intimidad y libertad.

V El uso de los medios de comunicación social

2493 Dentro de la sociedad moderna, los medios de comunicación social desempeñan un papel importante en la información, la promoción cultural y la formación. Su acción aumenta en importancia por razón de los progresos técnicos, de la amplitud y la diversidad de las noticias transmitidas, y la influencia ejercida sobre la opinión pública.

2494 La información de estos medios es un servicio del bien común (cf IM 11). La sociedad tiene derecho a una información fundada en la verdad, la libertad, la justicia y la solidaridad:

El recto ejercicio de este derecho exige que, en cuanto a su contenido, la comunicación sea siempre verdadera e íntegra, salvadas la justicia y la caridad; además, en cuanto al modo, ha de ser honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes morales, los derechos legítimos y la dignidad del hombre, tanto en la búsqueda de la noticia como en su divulgación. (IM 11).

2495 ‘Es necesario que todos los miembros de la sociedad cumplan sus deberes de caridad y justicia también en este campo, y, así, con ayuda de estos medios, se esfuercen por formar y difundir una recta opinión pública’ (IM 8). La solidaridad aparece como una consecuencia de una información verdadera y justa, y de la libre circulación de las ideas, que favorecen el conocimiento y el respeto del prójimo.

2496 Los medios de comunicación social (en particular, los mass-media) pueden engendrar cierta pasividad en los usuarios, haciendo de éstos, consumidores poco vigilantes de mensajes o de espectáculos. Los usuarios deben imponerse moderación y disciplina respecto a los mass-media. Han de formarse una conciencia clara y recta para resistir más fácilmente las influencias menos honestas.

2497 Por razón de su profesión en la prensa, sus responsables tienen la obligación, en la difusión de la información, de servir a la verdad y de no ofender a la caridad. Han de esforzarse por respetar con una delicadeza igual, la naturaleza de los hechos y los límites el juicio crítico respecto a las personas. Deben evitar ceder a la difamación.

2498 ‘La autoridad civil tiene en esta materia deberes peculiares en razón del bien común, al que se ordenan estos medios. Corresponde, pues, a dicha autoridad... defender y asegurar la verdadera y justa libertad’ (IM 12). Promulgando leyes y velando por su aplicación, los poderes públicos se asegurarán de que el mal uso de los medios no llegue a causar ‘graves peligros para las costumbres públicas y el progreso de la sociedad’ (IM 12). Deberán sancionar la violación de los derechos de cada uno a la reputación y al secreto de la vida privada. Tienen obligación de dar a tiempo y honestamente las informaciones que se refieren al bien general y responden a las inquietudes fundadas de la población. Nada puede justificar el recurso a falsas informaciones para manipular la opinión pública mediante los mass-media. Estas intervenciones no deberán atentar contra la libertad de los individuos y de los grupos.

2499 La moral denuncia la llaga de los estados totalitarios que falsifican sistemáticamente la verdad, ejercen mediante los mass-media un dominio político de la opinión, manipulan a los acusados y a los testigos en los procesos públicos y tratan de asegurar su tiranía yugulando y reprimiendo todo lo que consideran ‘delitos de opinión’.

VI Verdad, belleza y arte sacro

2500 La práctica del bien va acompañada de un placer espiritual gratuito y de belleza moral. De igual modo, la verdad entraña el gozo y el esplendor de la belleza espiritual. La verdad es bella por sí misma. La verdad de la palabra, expresión racional del conocimiento de la realidad creada e increada, es necesaria al hombre dotado de inteligencia, pero la verdad puede también encontrar otras formas de expresión humana, complementarias, sobre todo cuando se trata de evocar lo que ella entraña de indecible, las profundidades del corazón humano, las elevaciones del alma, el Misterio de Dios. Antes de revelarse al hombre en palabras de verdad, Dios se revela a él, mediante el lenguaje universal de la Creación, obra de su Palabra, de su Sabiduría: el orden y la armonía del cosmos, que percibe tanto el niño como el hombre de ciencia, ‘pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor’ (Sb 13, 5), ‘pues fue el Autor mismo de la belleza quien las creó’ (Sb 13, 3).

La sabiduría es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad (Sb 7, 25-26). La sabiduría es en efecto más bella que el Sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale vencedora, porque a la luz sucede la noche, pero contra la sabiduría no prevalece la maldad (Sb 7, 29-30). Yo me aconstituí en el amante de su belleza (Sb 8, 2).

2501 El hombre, ‘creado a imagen de Dios’ (Gn 1, 26), expresa también la verdad de su relación con Dios Creador mediante la belleza de sus obras artísticas. El arte, en efecto, es una forma de expresión propiamente humana; por encima de la satisfacción de las necesidades vitales, común a todas las criaturas vivas, el arte es una sobreabundancia gratuita de la riqueza interior del ser humano. Este brota de un talento concedido por el Creador y del esfuerzo del hombre, y es un género de sabiduría práctica, que une conocimiento y habilidad (cf Sb 7, 16-17) para dar forma a la verdad de una realidad en lenguaje accesible a la vista y al oído. El arte entraña así cierta semejanza con la actividad de Dios en la creación, en la medida en que se inspira en la verdad y el amor de los seres. Como cualquier otra actividad humana, el arte no tiene en sí mismo su fin absoluto, sino que está ordenado y se ennoblece por el fin último del hombre (cf Pío XII, discurso 25 diciembre 1955 y discurso 3 septiembre 1950).

2502 El arte sacro es verdadero y bello cuando corresponde por su forma a su vocación propia: evocar y glorificar, en la fe y la adoración, el Misterio trascendente de Dios, Belleza sobreeminente e invisible de Verdad y de Amor, manifestado en Cristo, ‘Resplandor de su gloria e Impronta de su esencia’ (Hb 1, 3), en quien ‘reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente’ (Col 2, 9), belleza espiritual reflejada en la Santísima Virgen Madre de Dios, en los Angeles y los Santos. El arte sacro verdadero lleva al hombre a la adoración, a la oración y al amor de Dios Creador y Salvador, Santo y Santificador.

2503 Por eso los obispos deben personalmente o por delegación vigilar y promover el arte sacro antiguo y nuevo en todas sus formas, y apartar con la misma atención religiosa de la liturgia y de los edificios de culto todo lo que no está de acuerdo con la verdad de la fe y la auténtica belleza del arte sacro (cf SC 122-127).

RESUMEN

2504 ‘No darás falso testimonio contra tu prójimo’ (Ex 20, 16). Los discípulos de Cristo se han ‘revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad’ (Ef 4, 24).

2505 La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse verdadero en sus actos y en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.

2506 El cristiano no debe ‘avergonzarse de dar testimonio del Señor’ (2 Tm 1, 8) en obras y palabras. El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe.

2507 El respeto de la reputación y del honor de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra de maledicencia o de calumnia.

2508 La mentira consiste en decir algo falso con intención de engañar al prójimo que tiene derecho a la verdad.

2509 Una falta cometida contra la verdad exige reparación.

2510 La regla de oro ayuda a discernir en las situaciones concretas si conviene o no revelar la verdad a quien la pide.

2511 ‘El sigilo sacramental es inviolable’ (CIC can. 983, 1), Los secretos profesionales deben ser guardados. Las confidencias perjudiciales a otros no deben ser divulgadas.

2512 La sociedad tiene derecho a una información fundada en la verdad, la libertad, la justicia. Es preciso imponerse moderación y disciplina en el uso de los medios de comunicación social.

2513 Las bellas artes, sobre todo el arte sacro, ‘están relacionadas, por su naturaleza, con la infinita belleza divina, que se intenta expresar, de algún modo, en las obras humanas. Y tanto más se consagran a Dios y contribuyen a su alabanza y a su gloria, cuanto más lejos están de todo propósito que no sea colaborar lo más posible con sus obras a dirigir las almas de los hombres piadosamente hacia Dios’ (SC 122).

Septimo Mandamiento

Septimo Mandamiento

CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA

SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Artículo 7

EL SÉPTIMO MANDAMIENTO

No robarás (Ex 20, 15; Dt 5,19).

No robarás (Mt 19, 18).

2401 El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres. Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo

I El destino universal y la propiedad privada de los bienes

2402 Al comienzo Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo y se beneficiara de sus frutos (cf Gn 1, 26-29). Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano. Sin embargo, la tierra está repartida entre los hombres para dar seguridad a su vida, expuesta a la penuria y amenazada por la violencia. La apropiación de bienes es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que están a su cargo. Debe hacer posible que se viva una solidaridad natural entre los hombres.

2403 El derecho a la propiedad privada, adquirida por el trabajo, o recibida de otro por herencia o por regalo, no anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad. El destino universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio.

2404 ‘El hombre, al servirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que han de aprovechar no sólo a él, sino también a los demás’ (GS 69, 1). La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador de la providencia para hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, ante todo a sus próximos.

2405 Los bienes de producción -materiales o inmateriales - como tierras o fábricas, profesiones o artes, requieren los cuidados de sus poseedores para que su fecundidad aproveche al mayor número de personas. Los poseedores de bienes de uso y consumo deben usarlos con templanza reservando la mejor parte al huésped, al enfermo, al pobre.

2406 La autoridad política tiene el derecho y el deber de regular en función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de propiedad (cf GS 71, 4; SRS 42; CA 40; 48).

II El respeto de las personas y sus bienes

2407 En materia económica el respeto de la dignidad humana exige la práctica de la virtud de la templanza, para moderar el apego a los bienes de este mundo; de la justicia, para preservar los derechos del prójimo y darle lo que le es debido; y de la solidaridad, siguiendo la regla de oro y según la generosidad del Señor, que ‘siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza’ (2 Co 8, 9).

2408 El séptimo mandamiento prohíbe el robo, es decir, la usurpación del bien ajeno contra la voluntad razonable de su dueño. No hay robo si el consentimiento puede ser presumido o si el rechazo es contrario a la razón y al destino universal de los bienes. Es el caso de la necesidad urgente y evidente en que el único medio de remediar las necesidades inmediatas y esenciales (alimento, vivienda, vestido...) es disponer y usar de los bienes ajenos (cf GS 69, 1).

2409 Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento. Así, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio (cf Dt 25, 13-16), pagar salarios injustos  (cf Dt 24,14-15; St 5,4), elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas (cf Am 8, 4-6).

Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadas o públicas es contrario a la ley moral y exige reparación.

2410 Las promesas deben ser cumplidas, y los contratos rigurosamente observados en la medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo. Una parte notable de la vida económica y social depende del valor de los contratos entre personas físicas o morales. Así, los contratos comerciales de venta o compra, los contratos de arriendo o de trabajo. Todo contrato debe ser hecho y ejecutado de buena fe.

2411 Los contratos están sometidos a la justicia conmutativa, que regula los intercambios entre las personas en el respeto exacto de sus derechos. La justicia conmutativa obliga estrictamente; exige la salvaguardia de los derechos de propiedad, el pago de las deudas y el cumplimiento de obligaciones libremente contraídas. Sin justicia conmutativa no es posible ninguna otra forma de justicia.

La justicia conmutativa se distingue de la justicia legal, que se refiere a lo que el ciudadano debe equitativamente a la comunidad, y de la justicia distributiva que regula lo que la comunidad debe a los ciudadanos en proporción a sus contribuciones y a sus necesidades.

2412 En virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la injusticia cometida exige la restitución del bien robado a su propietario:

Jesús bendijo a Zaqueo por su resolución: ‘Si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo’ (Lc 19, 8). Los que, de manera directa o indirecta, se han apoderado de un bien ajeno, están obligados a restituirlo o a devolver el equivalente en naturaleza o en especie si la cosa ha desaparecido, así como los frutos y beneficios que su propietario hubiera obtenido legítimamente de ese bien. Están igualmente obligados a restituir, en proporción a su responsabilidad y al beneficio obtenido, todos los que han participado de alguna manera en el robo, o que se han aprovechado de él a sabiendas; por ejemplo, quienes lo hayan ordenado o ayudado o encubierto.

2413 Los juegos de azar (de cartas, etc.) o las apuestas no son en sí mismos contrarios a la justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los demás. La pasión del juego corre peligro de convertirse en una grave servidumbre. Apostar injustamente o hacer trampas en los juegos constituye una materia grave, a no ser que el daño infligido sea tan leve que quien lo padece no pueda razonablemente considerarlo significativo.

2414 El séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón, egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercancía. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales reducirlos por la violencia a la condición de objeto de consumo o a una fuente de beneficio. San Pablo ordenaba a un amo cristiano que tratase a su esclavo cristiano ‘no como esclavo, sino... como un hermano... en el Señor’ (Flm 16).

El respeto de la integridad de la creación

2415 El séptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Los animales, como las plantas y los seres inanimados, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura (cf Gn 1, 28-31). El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. El dominio concedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; está regulado por el cuidado de la calidad de la vida del prójimo incluyendo la de las generaciones venideras; exige un respeto religioso de la integridad de la creación (cf CA 37-38).

2416 Los animales son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt 6, 16). Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn 3, 57-58). También los hombres les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri.

2417 Dios confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen (cf Gn 2, 19-20; 9, 1-4). Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales, si se mantienen en límites razonables, son prácticas moralmente aceptables, pues contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas.

2418 Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. Es también indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos.

III La doctrina social de la Iglesia

2419 ‘La revelación cristiana... nos conduce a una comprensión más profunda de las leyes de la vida social’ (GS 23, 1). La Iglesia recibe del Evangelio la plena revelación de la verdad del hombre. Cuando cumple su misión de anunciar el Evangelio, enseña al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su vocación a la comunión de las personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz, conformes a la sabiduría divina.

2420 La Iglesia expresa un juicio moral, en materia económica y social, ‘cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas’ (GS 76, 5). En el orden de la moralidad, la Iglesia ejerce una misión distinta de la que ejercen las autoridades políticas: ella se ocupa de los aspectos temporales del bien común a causa de su ordenación al supremo Bien, nuestro fin último. Se esfuerza por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos y en las relaciones socioeconómicas.

2421 La doctrina social de la Iglesia se desarrolló en el siglo XIX, cuando se produce el encuentro entre el Evangelio y la sociedad industrial moderna, sus nuevas estructuras para producción de bienes de consumo, su nueva concepción de la sociedad, del Estado y de la autoridad, sus nuevas formas de trabajo y de propiedad. El desarrollo de la doctrina de la Iglesia en materia económica y social da testimonio del valor permanente de la enseñanza de la Iglesia, al mismo tiempo que del sentido verdadero de su Tradición siempre viva y activa (cf CA 3).

2422 La enseñanza social de la Iglesia contiene un cuerpo de doctrina que se articula a medida que la Iglesia interpreta los acontecimientos a lo largo de la historia, a la luz del conjunto de la palabra revelada por Cristo Jesús y con la asistencia del Espíritu Santo (cf SRS 1; 41). Esta enseñanza resultará tanto más aceptable para los hombres de buena voluntad cuanto más inspire la conducta de los fieles.

2423 La doctrina social de la Iglesia propone principios de reflexión, extrae criterios de juicio, da orientaciones para la acción:

Todo sistema según el cual las relaciones sociales deben estar determinadas enteramente por los factores económicos, resulta contrario a la naturaleza de la persona humana y de sus actos (cf CA 24).

2424 Una teoría que hace del lucro la norma exclusiva y el fin último de la actividad económica es moralmente inaceptable. El apetito desordenado de dinero no deja de producir efectos perniciosos. Es una de las causas de los numerosos conflictos que perturban el orden social (cf GS 63, 3; LE 7; CA 35).

Un sistema que ‘sacrifica los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en aras de la organización colectiva de la producción’ es contrario a la dignidad del hombre (cf GS 65). Toda práctica que reduce a las personas a no ser más que medios con vistas al lucro esclaviza al hombre, conduce a la idolatría del dinero y contribuye a difundir el ateísmo. ‘No podéis servir a Dios y al dinero’ (Mt 6, 24; Lc 16, 13).

2425 La Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al ‘comunismo’ o ‘socialismo’. Por otra parte, ha rechazado en la práctica del ‘capitalismo’ el individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano (cf CA 10, 13.44). La regulación de la economía por la sola planificación centralizada pervierte en su base los vínculos sociales; su regulación únicamente por la ley de mercado quebranta la justicia social, porque ‘existen numerosas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado’ (CA 34). Es preciso promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas económicas, según una justa jerarquía de valores y con vistas al bien común.

IV La actividad económica y la justicia social

2426 El desarrollo de las actividades económicas y el crecimiento de la producción están destinados a satisfacer las necesidades de los seres humanos. La vida económica no tiende solamente a multiplicar los bienes producidos y a aumentar el lucro o el poder; está ordenada ante todo al servicio de las personas, del hombre entero y de toda la comunidad humana. La actividad económica dirigida según sus propios métodos, debe moverse no obstante dentro de los límites del orden moral, según la justicia social, a fin de responder al plan de Dios sobre el hombre (cf GS 64).

2427 El trabajo humano procede directamente de personas creadas a imagen de Dios y llamadas a prolongar, unidas y para mutuo beneficio, la obra de la creación dominando la tierra (cf Gn 1, 28; GS 34; CA 31). El trabajo es, por tanto, un deber: ‘Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma’ (2  Ts 3, 10; cf 1 Ts 4, 11). El trabajo honra los dones del Creador y los talentos recibidos. Puede ser también redentor. Soportando el peso del trabajo (cf Gn 3, 14-19), en unión con Jesús, el carpintero de Nazaret y el crucificado del Calvario, el hombre colabora en cierta manera con el Hijo de Dios en su obra redentora. Se muestra como discípulo de Cristo llevando la Cruz cada día, en la actividad que está llamado a realizar (cf LE 27). El trabajo puede ser un medio de santificación y de animación de las realidades terrenas en el espíritu de Cristo.

2428 En el trabajo, la persona ejerce y aplica una parte de las capacidades inscritas en su naturaleza. El valor primordial del trabajo pertenece al hombre mismo, que es su autor y su destinatario. El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo (cf LE 6).

Cada cual debe poder sacar del trabajo los medios para sustentar su vida y la de los suyos, y para prestar servicio a la comunidad humana.

2429 Cada uno tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente de sus talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger los justos frutos de sus esfuerzos. Deberá ajustarse a las reglamentaciones dictadas por las autoridades legítimas con miras al bien común (cf CA 32; 34).

2430 La vida económica se ve afectada por intereses diversos, con frecuencia opuestos entre sí. Así se explica el surgimiento de conflictos que la caracterizan (cf LE 11). Será preciso esforzarse para reducir estos últimos mediante la negociación, que respete los derechos y los deberes de cada parte: los responsables de las empresas, los representantes de los trabajadores, por ejemplo, de las organizaciones sindicales y, en caso necesario, los poderes públicos.

2431 La responsabilidad del Estado. ‘La actividad económica, en particular la economía de mercado, no puede desenvolverse en medio de un vacío institucional, jurídico y político. Por el contrario supone una seguridad que garantiza la libertad individual y la propiedad, además de un sistema monetario estable y servicios públicos eficientes. La primera incumbencia del Estado es, pues, la de garantizar esa seguridad, de manera que quien trabaja y produce pueda gozar de los frutos de su trabajo y, por tanto, se sienta estimulado a realizarlo eficiente y honestamente... Otra incumbencia del Estado es la de vigilar y encauzar el ejercicio de los derechos humanos en el sector económico; pero en este campo la primera responsabilidad no es del Estado, sino de cada persona y de los diversos grupos y asociaciones en que se articula la sociedad’ (CA 48).

2432 A los responsables de las empresas les corresponde ante la sociedad la responsabilidad económica y ecológica de sus operaciones (CA 37). Están obligados a considerar el bien de las personas y no solamente el aumento de las ganancias. Sin embargo, éstas son necesarias; permiten realizar las inversiones que aseguran el porvenir de las empresas, y garantizan los puestos de trabajo.

2433 El acceso al trabajo y a la profesión debe estar abierto a todos sin discriminación injusta, a hombres y mujeres, sanos y disminuidos, autóctonos e inmigrados (cf LE 19; 22-23). Habida consideración de las circunstancias, la sociedad debe por su parte ayudar a los ciudadanos a procurarse un trabajo y un empleo (cf CA 48).

2434 El salario justo es el fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una grave injusticia (cf Lv 19, 13; Dt 24, 14-15; St 5, 4). Para determinar la justa remuneración se han de tener en cuenta a la vez las necesidades y las contribuciones de cada uno. ‘El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común’ (GS 67, 2). El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente la cuantía del salario.

2435 La huelga es moralmente legítima cuando constituye un recurso inevitable, si no necesario para obtener un beneficio proporcionado. Resulta moralmente inaceptable cuando va acompañada de violencias o también cuando se lleva a cabo en función de objetivos no directamente vinculados con las condiciones del trabajo o contrarios al bien común.

2436 Es injusto no pagar a los organismos de seguridad social las cotizaciones establecidas por las autoridades legítimas.

La privación de empleo a causa de la huelga es casi siempre para su víctima un atentado contra su dignidad y una amenaza para el equilibrio de la vida. Además del daño personal padecido, de esa privación se derivan riesgos numerosos para su hogar (cf LE 18).

V Justicia y solidaridad entre las naciones

2437 En el plano internacional la desigualdad de los recursos y de los medios económicos es tal que crea entre las naciones un verdadero ‘abismo’ (SRS 14). Por un lado están los que poseen y desarrollan los medios de crecimiento, y por otro, los que acumulan deudas.

2438 Diversas causas, de naturaleza religiosa, política, económica y financiera, confieren hoy a la cuestión social ‘una dimensión mundial’ (SRS 9). Es necesaria la solidaridad entre las naciones cuyas políticas son ya interdependientes. Es todavía más indispensable cuando se trata de acabar con los ‘mecanismos perversos’ que obstaculizan el desarrollo de los países menos avanzados (cf SRS 17; 45). Es preciso sustituir los sistemas financieros abusivos, si no usurarios (cf CA 35), las relaciones comerciales inicuas entre las naciones, la carrera de armamentos, por un esfuerzo común para movilizar los recursos hacia objetivos de desarrollo moral, cultural y económico ‘redefiniendo las prioridades y las escalas de valores’(CA 28).

2439 Las naciones ricas tienen una responsabilidad moral grave respecto a las que no pueden por sí mismas asegurar los medios de su desarrollo, o han sido impedidas de realizarlo por trágicos acontecimientos históricos. Es un deber de solidaridad y de caridad; es también una obligación de justicia si el bienestar de las naciones ricas procede de recursos que no han sido pagados con justicia.

2440 La ayuda directa constituye una respuesta apropiada a necesidades inmediatas, extraordinarias, causadas por ejemplo por catástrofes naturales, epidemias, etc. Pero no basta para reparar los graves daños que resultan de situaciones de indigencia ni para remediar de forma duradera las necesidades. Es preciso también reformar las instituciones económicas y financieras internacionales para que promuevan y potencien relaciones equitativas con los países menos desarrollados (cf SRS 16). Es preciso sostener el esfuerzo de los países pobres que trabajan por su crecimiento y su liberación (cf CA 26). Esta doctrina exige ser aplicada de manera muy particular en el ámbito del trabajo agrícola. Los campesinos, sobre todo en el Tercer Mundo, forman la masa mayoritaria de los pobres.

2441 Acrecentar el sentido de Dios y el conocimiento de sí mismo constituye la base de todo desarrollo completo de la sociedad humana. Este multiplica los bienes materiales y los pone al servicio de la persona y de su libertad. Disminuye la miseria y la explotación económicas. Hace crecer el respeto de las identidades culturales y la apertura a la trascendencia (cf SRS 32; CA 51).

2442 No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir directamente en la actividad política y en la organización de la vida social. Esta tarea forma parte de la vocación de los fieles laicos, que actúan por su propia iniciativa con sus conciudadanos. La acción social puede implicar una pluralidad de vías concretas. Deberá atender siempre al bien común y ajustarse al mensaje evangélico y a la enseñanza de la Iglesia. Pertenece a los fieles laicos ‘animar, con su compromiso cristiano, las realidades y, en ellas, procurar ser testigos y operadores de paz y de justicia’ (SRS 47; cf 42).

VI El amor de los pobres

2443 Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: ‘A quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda’ (Mt 5, 42). ‘Gratis lo recibisteis, dadlo gratis’ (Mt 10, 8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (cf Mt 25, 31-36). La buena nueva ‘anunciada a los pobres’ (Mt 11, 5; Lc 4, 18)) es el signo de la presencia de Cristo.

2444 ‘El amor de la Iglesia por los pobres... pertenece a su constante tradición’ (CA 57). Está inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (cf Lc 6, 20-22), en la pobreza de Jesús (cf Mt 8, 20), y en su atención a los pobres (cf Mc 12, 41-44). El amor a los pobres es también uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de ‘hacer partícipe al que se halle en necesidad’ (Ef 4, 28). No abarca sólo la pobreza material, sino también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf CA 57).

2445 El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta:

Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad: el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste (St 5, 1-6).

2446 San Juan Crisóstomo lo recuerda vigorosamente: ‘No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida. Lo que poseemos no son bienes nuestros, sino los suyos’. Es preciso ‘satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia’ (AA 8):

Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia. (S. Gregorio Magno, past. 3, 21).

2447 Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales socorremos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf Mt 6, 2-4):

El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo (Lc 3, 11). Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros (Lc 11, 41). Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos o hartaos’, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? (St 2, 15-16).

2448 ‘Bajo sus múltiples formas -indigencia material, opresión injusta, enfermedades físicas o psíquicas y, por último, la muerte -, la miseria humana es el signo manifiesto de la debilidad congénita en que se encuentra el hombre tras el primer pecado y de la necesidad que tiene de salvación. Por ello, la miseria humana atrae la compasión de Cristo Salvador, que la ha querido cargar sobre sí e identificarse con los «más pequeños de sus hermanos». También por ello, los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia, que, desde los orígenes, y a pesar de los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos. Lo ha hecho mediante innumerables obras de beneficencia, que siempre y en todo lugar continúan siendo indispensables’ (CDF, instr. "Libertatis conscientia" 68).

2449 En el Antiguo Testamento, toda una serie de medidas jurídicas (año jubilar, prohibición del préstamo a interés, retención de la prenda, obligación del diezmo, pago cotidiano del jornalero, derecho de rebusca después de la vendimia y la siega) corresponden a la exhortación del Deuteronomio: ‘Ciertamente nunca faltarán pobres en este país; por esto te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquél de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra’ (Dt 15, 11). Jesús hace suyas estas palabras: ‘Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis’ (Jn 12, 8). Con esto, no hace caduca la vehemencia de los oráculos antiguos: ‘comprando por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias...’ (Am 8, 6), sino que nos invita a reconocer su presencia en los pobres que son sus hermanos (cf Mt 25, 40):

El día en que su madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, santa Rosa de Lima le contestó: ‘Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús’.

 RESUMEN

2450 ‘No robarás’ (Dt 5, 19). ‘Ni los ladrones, ni los avaros..., ni los rapaces heredarán el Reino de Dios’ (1Co 6, 10).

2451 El séptimo mandamiento prescribe la práctica de la justicia y de la caridad en el uso de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres.

2452 Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano. El derecho a la propiedad privada no anula el destino universal de los bienes.

2453 El séptimo mandamiento prohíbe el robo. El robo es la usurpación del bien ajeno contra la voluntad razonable de su dueño.

2454 Toda manera de tomar y de usar injustamente un bien ajeno es contraria al séptimo mandamiento. La injusticia cometida exige reparación. La justicia conmutativa impone la restitución del bien robado.

2455 La ley moral prohíbe los actos que, con fines mercantiles o totalitarios, llevan a esclavizar a los seres humanos, a comprarlos, venderlos y cambiarlos como si fueran mercaderías.”

2456. “El dominio, concedido por el Creador, sobre los recursos minerales, vegetales y animales del universo, no puede ser separado del respeto de las obligaciones morales frente a todos los hombres, incluidos los de las generaciones venideras.

2457 Los animales están confiados a la administración del hombre que les debe benevolencia. Pueden servir a la justa satisfacción de las necesidades del hombre.

2458 La Iglesia pronuncia un juicio en materia económica y social cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas. Cuida del bien común temporal de los hombres en razón de su ordenación al supremo Bien, nuestro fin último.

2459 El hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económica y social. El punto decisivo de la cuestión social estriba en que los bienes creados por Dios para todos lleguen de hecho a todos, según la justicia y con la ayuda de la caridad.

2460 El valor primordial del trabajo atañe al hombre mismo que es su autor y su destinatario. Mediante su trabajo, el hombre participa en la obra de la creación. Unido a Cristo, el trabajo puede ser redentor.

2461 El desarrollo verdadero es el del hombre en su integridad. Se trata de hacer crecer la capacidad de cada persona a fin de responder a su vocación y, por lo tanto, a la llamada de Dios (cf CA 29).

2462 La limosna hecha a los pobres es un testimonio de caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios.

2463 En la multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria, hay que reconocer a Lázaro, el mendigo hambriento de la parábola (cf 16, 19-31). En dicha multitud hay que oír a Jesús que dice: ‘Cuanto dejasteis de hacer con uno de éstos, también conmigo dejasteis de hacerlo’ (Mt 25, 45).

Sexto Mandamiento

Sexto Mandamiento

CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA

SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Artículo 6

EL SEXTO MANDAMIENTO

No cometerás adulterio (Ex 20, 14; Dt 5, 17).

Habéis oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5, 27-28).

I ‘Hombre y mujer los creó’ 

2331 ‘Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen... Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión’ (FC 11).

‘Dios creó el hombre a imagen suya... hombre y mujer los creó’ (Gn 1, 27). ‘Creced y multiplicaos’ (Gn 1, 28); ‘el día en que Dios creó al hombre, le hizo a imagen de Dios. Los creó varón y hembra, los bendijo, y los llamó ‘Hombre’ en el día de su creación’ (Gn 5, 1-2).

2332 La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.

2333 Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.

2334 ‘Creando al hombre «varón y mujer», Dios da la dignidad personal de igual modo al hombre y a la mujer’ (FC 22; cf GS 49, 2). ‘El hombre es una persona, y esto se aplica en la misma medida al hombre y a la mujer, porque los dos fueron creados a imagen y semejanza de un Dios personal’ (MD 6).

2335 Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador: ‘El hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne’ (Gn 2, 24). De esta unión proceden todas las generaciones humanas (cf Gn 4, 1-2.25-26; 5, 1).

2336 Jesús vino a restaurar la creación en la pureza de sus orígenes. En el Sermón de la Montaña interpreta de manera rigurosa el plan de Dios: ‘Habéis oído que se dijo: «no cometerás adulterio». Pues yo os digo: «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón’» (Mt 5, 27-28). El hombre no debe separar lo que Dios ha unido (cf Mt 19, 6).

La Tradición de la Iglesia ha entendido el sexto mandamiento como referido a la globalidad de la sexualidad humana.

II La vocación a la castidad

2337 La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer.

La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la totalidad del don.

La integridad de la persona

2338 La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la pueda lesionar. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (cf Mt 5, 37).

2339 La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (cf Si 1, 22). ‘La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados’ (GS 17).

2340 El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. ‘La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos’ (S. Agustín conf. 10, 29; 40).

2341 La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.

2342 El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (cf tt 2, 1-6). El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.

2343 La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado. ‘Pero el hombre, llamado a vivir responsablemente el designio sabio y amoroso de Dios, es un ser histórico que se construye día a día con sus opciones numerosas y libres; por esto él conoce, ama y realiza el bien moral según las diversas etapas de crecimiento’ (FC 34).

2344 La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un esfuerzo cultural, pues ‘el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están mutuamente condicionados’ (GS 25, 1). La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una información y una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.

2345 La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual (cf Ga 5, 22). El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo (cf 1 Jn 3, 3).

La integridad del don de sí

2346 La caridad es la forma de todas las virtudes. Bajo su influencia, la castidad aparece como una escuela de donación de la persona. El dominio de sí está ordenado al don de sí mismo. La castidad conduce al que la practica a ser ante el prójimo un testigo de la fidelidad y de la ternura de Dios.

2347 La virtud de la castidad se desarrolla en la amistad. Indica al discípulo cómo seguir e imitar al que nos eligió como sus amigos (cf Jn 15, 15), a quien se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su condición divina. La castidad es promesa de inmortalidad.

La castidad se expresa especialmente en la amistad con el prójimo. Desarrollada entre personas del mismo sexo o de sexos distintos, la amistad representa un gran bien para todos. Conduce a la comunión espiritual.

Los diversos regímenes de la castidad

2348 Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha ‘revestido de Cristo’ (Ga 3, 27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.

2349 La castidad ‘debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o celibatarias’ (CDF, decl. "Persona humana" 11). Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia.

Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusión de las otras. En esto la disciplina de la Iglesia es rica. (S. Ambrosio, vid. 23).

2350 Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.

Las ofensas a la castidad

2351 La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.

2352 Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. ‘Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado’. ‘El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine’. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de ‘la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero’ (CDF, decl. "Persona humana" 9).

Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que reducen, e incluso anulan la culpabilidad moral.

2353 La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.

2354 La pornografía consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.

2355 La prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella. El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6, 15-20). La prostitución constituye una lacra social. Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a los hombres, los niños y los adolescentes (en estos dos últimos casos el pecado entraña también un escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución, pero la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de la falta.

2356 La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. Más grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (cf. incesto) o de educadores con los niños que les están confiados.

Castidad y homosexualidad

2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que ‘los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados’ (CDF, decl. "Persona humana" 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

III El amor de los esposos

2360 La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento.

2361 ‘La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte’ (FC 11).

Tobías se levantó del lecho y dijo a Sara: ‘Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve’. Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo: ‘¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres... tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: «no es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él». Yo no tomo a ésta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad’. Y dijeron a coro: ‘Amén, amén’. Y se acostaron para pasar la noche (Tb 8, 4-9).

2362 ‘Los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud’ (GS 49, 2). La sexualidad es fuente de alegría y de agrado:

El Creador... estableció que en esta función (de generación) los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación (Pío XII, discurso 29 octubre 1951).

2363 Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia.

Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad.

La fidelidad conyugal

2364 El matrimonio constituye una ‘íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias’. Esta comunidad ‘se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable’ (GS 48, 1). Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble (cf CIC can. 1056). ‘Lo que Dios unió, no lo separe el hombre’ (Mc 10, 9; cf Mt 19, 1-12; 1 Co 7, 10-11).

2365 La fidelidad expresa la constancia en el mantenimiento de la palabra dada. Dios es fiel. El sacramento del Matrimonio hace entrar al hombre y la mujer en el misterio de la fidelidad de Cristo para con su Iglesia. Por la castidad conyugal dan testimonio de este misterio ante el mundo.

San Juan Crisóstomo sugiere a los jóvenes esposos hacer este razonamiento a sus esposas: ‘Te he tomado en mis brazos, te amo y te prefiero a mi vida. Porque la vida presente no es nada, mi deseo más ardiente es pasarla contigo de tal manera que estemos seguros de no estar separados en la vida que nos está reservada... pongo tu amor por encima de todo, y nada me será más penoso que no tener los mismos pensamientos que tú tienes’ (hom. in Eph. 20, 8).

La fecundidad del matrimonio

2366 La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cumplimiento. Por eso la Iglesia, que ‘está en favor de la vida’ (FC 30), enseña que todo ‘acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida’ (HV 11). ‘Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador’ (HV 12; cf Pío XI, enc. "Casti connubii").

2367 Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios (cf Ef. 3, 14; Mt 23, 9). ‘En el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por ello, cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana’ (GS 50, 2).

2368 Un aspecto particular de esta responsabilidad se refiere a la ‘regulación de la natalidad’. Por razones justificadas, los esposos pueden querer espaciar los nacimientos de sus hijos. En este caso, deben cerciorarse de que su deseo no nace del egoísmo, sino que es conforme a la justa generosidad de una paternidad responsable. Por otra parte, ordenarán su comportamiento según los criterios objetivos de la moralidad:

El carácter moral de la conducta, cuando se trata de conciliar el amor conyugal con la transmisión responsable de la vida, no depende sólo de la sincera intención y la apreciación de los motivos, sino que debe determinarse a partir de criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos; criterios que conserven íntegro el sentido de la donación mutua y de la procreación humana en el contexto del amor verdadero; esto es imposible si no se cultiva con sinceridad la virtud de la castidad conyugal (GS 51, 3).

2369 ‘Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad’ (HV 12).

2370 La continencia periódica, los métodos de regulación de nacimientos fundados en la autoobservación y el recurso a los períodos infecundos (HV 16) son conformes a los criterios objetivos de la moralidad. Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica. Por el contrario, es intrínsecamente mala ‘toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación’ (HV 14):

‘Al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal’. Esta diferencia antropológica y moral entre la anticoncepción y el recurso a los ritmos periódicos ‘implica... dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre sí’ (FC 32).

2371 Por otra parte, ‘sea claro a todos que la vida de los hombres y la tarea de transmitirla no se limita sólo a este mundo y no se puede medir ni entender sólo por él, sino que mira siempre al destino eterno de los hombres’ (GS 51, 4).

2372 El Estado es responsable del bienestar de los ciudadanos. Por eso es legítimo que intervenga para orientar la demografía de la población. Puede hacerlo mediante una información objetiva y respetuosa, pero no mediante una decisión autoritaria y coaccionante. No puede legítimamente suplantar la iniciativa de los esposos, primeros responsables de la procreación y educación de sus hijos (cf HV 23; PP 37). El Estado no está autorizado a favorecer medios de regulación demográfica contrarios a la moral.

El don del hijo

2373 La Sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas como un signo de la bendición divina y de la generosidad de los padres (cf GS 50, 2).

2374 Grande es el sufrimiento de los esposos que se descubren estériles. Abraham pregunta a Dios: ‘¿Qué me vas a dar, si me voy sin hijos...?’ (Gn 15, 2). Y Raquel dice a su marido Jacob: ‘Dame hijos, o si no me muero’ (Gn 30, 1).

2375 Las investigaciones que intentan reducir la esterilidad humana deben alentarse, a condición de que se pongan ‘al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e integral, según el plan y la voluntad de Dios’ (CDF, instr. "Donum vitae" intr. 2).

2376 Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad por intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero) son gravemente deshonestas. Estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales heterólogas) lesionan el derecho del niño a nacer de un padre y una madre conocidos de él y ligados entre sí por el matrimonio. Quebrantan ‘su derecho a llegar a ser padre y madre exclusivamente el uno a través del otro’ (CDF, instr. "Donum vitae" 2, 4).

2377 Practicadas dentro de la pareja, estas técnicas [inseminación y fecundación artificiales homólogas] son quizá menos perjudiciales, pero no dejan de ser moralmente reprobables. Disocian el acto sexual del acto procreador. El acto fundador de la existencia del hijo ya no es un acto por el que dos personas se dan una a otra, sino que ‘confía la vida y la identidad del embrión al poder de los médicos y de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. Una tal relación de dominio es en sí contraria a la dignidad e igualdad que debe ser común a padres e hijos’ (cf CDF, instr. "Donum vitae" 82). ‘La procreación queda privada de su perfección propia, desde el punto de vista moral, cuando no es querida como el fruto del acto conyugal, es decir, del gesto específico de la unión de los esposos... solamente el respeto de la conexión existente entre los significados del acto conyugal y el respeto de la unidad del ser humano, consiente una procreación conforme con la dignidad de la persona’ (CDF, instr. "Donum vitae" 2, 4).

2378 El hijo no es un derecho sino un don. El ‘don más excelente del matrimonio’ es una persona humana. El hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad, a lo que conduciría el reconocimiento de un pretendido ‘derecho al hijo’. A este respecto, sólo el hijo posee verdaderos derechos: el de ‘ser el fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres, y tiene también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción’ (CDF, instr. "Donum vitae" 2, 8).

2379 El Evangelio enseña que la esterilidad física no es un mal absoluto. Los esposos que, tras haber agotado los recursos legítimos de la medicina, sufren por la esterilidad, deben asociarse a la Cruz del Señor, fuente de toda fecundidad espiritual. Pueden manifestar su generosidad adoptando niños abandonados o realizando servicios abnegados en beneficio del prójimo.

IV Las ofensas a la dignidad del matrimonio

2380 El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso el deseo del adulterio (cf Mt 5, 27-28). El sexto mandamiento y el Nuevo Testamento prohíben absolutamente el adulterio (cf Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10, 11; 1 Co 6, 9-10). Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio la imagen del pecado de idolatría (cf Os 2, 7; Jr 5, 7; 13, 27).

2381 El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres.

El divorcio

2382 El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio indisoluble (cf Mt 5, 31-32; 19, 3-9; Mc 10, 9; Lc 16, 18; 1 Co 7, 10-11), y deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua (cf Mt 19, 7-9).

Entre bautizados católicos, ‘el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte’ ( CIC can. 1141).

2383 La separación de los esposos con permanencia del vínculo matrimonial puede ser legítima en ciertos casos previstos por el Derecho Canónico (cf CIC can. 1151-1155).

Si el divorcio civil representa la única manera posible de asegurar ciertos derechos legítimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio, puede ser tolerado sin constituir una falta moral.

2384 El divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte. El divorcio atenta contra la Alianza de salvación de la cual el matrimonio sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y permanente:

Si el marido, tras haberse separado de su mujer, se une a otra mujer, es adúltero, porque hace cometer un adulterio a esta mujer; y la mujer que habita con él es adúltera, porque ha atraído a sí al marido de otra (S. Basilio, moral.regla 73).

2385 El divorcio adquiere también su carácter inmoral a causa del desorden que introduce en la célula familiar y en la sociedad. Este desorden entraña daños graves: para el cónyuge, que se ve abandonado; para los hijos, traumatizados por la separación de los padres, y a menudo viviendo en tensión a causa de sus padres; por su efecto contagioso, que hace de él una verdadera plaga social.

2386 Puede ocurrir que uno de los cónyuges sea la víctima inocente del divorcio dictado en conformidad con la ley civil; entonces no contradice el precepto moral. Existe una diferencia considerable entre el cónyuge que se ha esforzado con sinceridad por ser fiel al sacramento del Matrimonio y se ve injustamente abandonado y el que, por una falta grave de su parte, destruye un matrimonio canónicamente válido (cf FC 84).

Otras ofensas a la dignidad del matrimonio

2387 “Es comprensible el drama del que, deseoso de convertirse al Evangelio, se ve obligado a repudiar una o varias mujeres con las que ha compartido años de vida conyugal. Sin embargo, la poligamia no se ajusta a la ley moral, pues contradice radicalmente la comunión conyugal. La poligamia ‘niega directamente el designio de Dios, tal como es revelado desde los orígenes, porque es contraria a la igual dignidad personal del hombre y de la mujer, que en el matrimonio se dan con un amor total y por lo mismo único y exclusivo’ (FC 19; cf GS 47, 2). El cristiano que había sido polígamo está gravemente obligado en justicia a cumplir los deberes contraídos respecto a sus antiguas mujeres y sus hijos.

2388 Incesto es la relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio (cf Lv 18, 7-20). San Pablo condena esta falta particularmente grave: ‘Se oye hablar de que hay inmoralidad entre vosotros... hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre... en nombre del Señor Jesús... sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne...’ (1 Co 5, 1.4-5). El incesto corrompe las relaciones familiares y representa una regresión a la animalidad.

2389 Se puede equiparar al incesto los abusos sexuales perpetrados por adultos en niños o adolescentes confiados a su guarda. Entonces esta falta adquiere una mayor gravedad por atentar escandalosamente contra la integridad física y moral de los jóvenes que quedarán así marcados para toda la vida, y por ser una violación de la responsabilidad educativa.

2390 Hay unión libre cuando el hombre y la mujer se niegan a dar forma jurídica y pública a una unión que implica la intimidad sexual.

La expresión en sí misma es engañosa: ¿qué puede significar una unión en la que las personas no se comprometen entre sí y testimonian con ello una falta de confianza en el otro, en sí mismo, o en el porvenir?

Esta expresión abarca situaciones distintas: concubinato, rechazo del matrimonio en cuanto tal, incapacidad de unirse mediante compromisos a largo plazo (cf FC 81). Todas estas situaciones ofenden la dignidad del matrimonio; destruyen la idea misma de la familia; debilitan el sentido de la fidelidad. Son contrarias a la ley moral: el acto sexual debe tener lugar exclusivamente en el matrimonio; fuera de éste constituye siempre un pecado grave y excluye de la comunión sacramental.

2391 No pocos postulan hoy una especie de ‘unión a prueba’ cuando existe intención de casarse. Cualquiera que sea la firmeza del propósito de los que se comprometen en relaciones sexuales prematuras, éstas ‘no garantizan que la sinceridad y la fidelidad de la relación interpersonal entre un hombre y una mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas, contra los vaivenes y las veleidades de las pasiones’ (CDF, decl. "Persona humna", 7). La unión carnal sólo es moralmente legítima cuando se ha instaurado una comunidad de vida definitiva entre el hombre y la mujer. El amor humano no tolera la ‘prueba’. Exige un don total y definitivo de las personas entre sí (cf FC 80).

RESUMEN

2392 ‘El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano’ (FC 11).

2393 Al crear al ser humano hombre y mujer, Dios confiere la dignidad personal de manera idéntica a uno y a otra. A cada uno, hombre y mujer, corresponde reconocer y aceptar su identidad sexual.

2394 Cristo es el modelo de la castidad. Todo bautizado es llamado a llevar una vida casta, cada uno según su estado de vida.

2395 La castidad significa la integración de la sexualidad en la persona. Entraña el aprendizaje del dominio personal.

2396 Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales.

2397 La alianza que los esposos contraen libremente implica un amor fiel. Les confiere la obligación de guardar indisoluble su matrimonio.

2398 La fecundidad es un bien, un don, un fin del matrimonio. Dando la vida, los esposos participan de la paternidad de Dios.

2399 La regulación de la natalidad representa uno de los aspectos de la paternidad y la maternidad responsables. La legitimidad de las intenciones de los esposos no justifica el recurso a medios moralmente reprobables (p.e., la esterilización directa o la anticoncepción).

2400 El adulterio y el divorcio, la poligamia y la unión libre son ofensas graves a la dignidad del matrimonio.